Señales de peligro en el Matrimonio Parte I

En otras ocasiones en este mes de enero que la Iglesia católica lo dedica a la Sagrada Familia se ha tratado sobre la naturaleza y la divina institución del matrimonio cristiano, lo mismo que su santidad y obligaciones.

Pero, ahora en este escrito. Se tratará sobre esos pequeños detalles en las relaciones de pareja, que si no se les pone atención, cuidado y los correctivos necesarios suelen terminar en disolución de una institución tan santa como es el matrimonio.

La mayor parte de los matrimonios católicos que son practicantes en su religión, suelen ser por lo regular más felices en todos los aspectos que los que se hallan apartados de ella. Podrán tener sus momentos de tensión y nos les faltará alguna que otra tormenta. Pero cuando un hombre y una mujer buscan la gracia santificante de Dios y sojuzgan sus propios placeres egoístas, el resultado es la tranquilidad de su alma y la alegría mutua.

Un esposo verdaderamente católico (conocedor de la doctrina y enseñanza de la Iglesia, y que procura cumplidor los mandamientos divinos y a la vez frecuenta los sacramentos) podrá tomar la mano de su mujer después de treinta o cuarenta años de casado y decirle: “La vida ha sido buena para nosotros dos”.

No todos los matrimonios pueden decir lo mismo. Algunas veces, en el transcurso de la vida común, el no poder lograr la fusión de las personalidades, el dejarse llevar del egoísmo, la testarudez o el falso orgullo llegan a entrar en su vidas, de forma permanente, y esa unión e institución divina que los hubiese podido conducir a la santificación mutua se convierte en manantial de amargura, infelicidad, vergüenza y remordimiento.

El hecho de que un matrimonio se verifique en la Iglesia y ante el sacerdote de Dios no quiere decir que constituya el talismán mágico que asegure automáticamente el buen suceso. Al igual que los que pertenecen a otros credos religiosos, las parejas católicas necesitan cultivar muchas virtudes para llevar con armonía una vida conjunta y evitar los tropiezos que les acechan por todas partes.

Aunque en la Iglesia Católica no está permitido el divorcio, los matrimonios cristianos están también expuestos al fracaso. Y podrán llegar a una situación tan crítica que el esposo abandone a la mujer y a los hijos; que los cónyuges no vivan bajo el mismo techo o que marido y mujer sigan juntos pero en estado de hostilidad permanente. Y aunque siempre quede la esperanza de la reconciliación en esos matrimonios, nadie podrá negar que una unión así, en tales circunstancias se halla en una situación lamentable.

Consejeros matrimoniales, jueces de los tribunales de divorcio, trabajadores sociales y otros peritos coinciden unánimemente en que las parejas no llegan a etapas tan calamitosas de la noche a la mañana.

Mucho antes de que un esposo abandone a su mujer o viva a su lado en guerra permanente, ya aparecieron muchas señales presagiando que iba camino del desastre. De la misma manera que hay signos precursores de inminentes enfermedades físicas, también existen sencillas señales que indican cuando un matrimonio empieza a caer en la desavenencia.

Gran parte de los conflictos matrimoniales empiezan con divergencias aparentemente sin importancia. Y si los consortes no reconocen a tiempo diferencias y no tratan de resolverlas rápidamente echando mano de su comprensión y consideración mutua, los síntomas continúan multiplicándose y estalla la mortal dolencia.

Antes de presentar los síntomas o señales de peligro en el matrimonio. Vamos a ver el caso de una mujer de mediana edad, quien se presentó llorando amargamente ante un consejero matrimonial. Al cual le suplicaba le dijera qué es lo que debería hacer para recobrar el marido del cual se había divorciado un año antes.

La señora había querido ser la figura preeminente de la crónica social de su ciudad. Se dejó arrastrar por una ambición desenfrenada, aunque a su marido no le gustase la vida social y prefiriese pasar veladas leyendo descansadamente en su casa.

Al mirar su vida pasada, la esposa reconoció que todo el malestar de su matrimonio había empezado cuando consintió en ingresar en un club de mujeres ricas. Desde ese momento, su vida con su esposo se transformó en un infierno, exigiendo que saliese con ella casi cada noche. Dijo: “Si yo hubiera sabido oportunamente a dónde me conduciría ese afán de figurar en sociedad nunca hubiese enfadado a mi esposo como lo hice”. Pero ya era demasiado tarde.

Si ella hubiese actuado cuando el problema era pequeño, con toda probabilidad el malentendido se habría solventado amistosamente mediante una discusión apacible con su esposo.

Las cuestiones de dinero, en primer lugar, seguidas de las originadas por los parientes y los excesos en la bebida —que serán analizadas aparte— son las causas principales de fricción que deben eliminarse inmediatamente en la pareja para que no se desarrollen hasta hacer zozobrar al matrimonio.

Pero, he aquí los pequeños síntomas o señales a que nos referíamos antes:

LA INCAPACIDAD EN PONERSE DE ACUERDO SOBRE “COSAS PEQUEÑAS”.

Marido y mujer se preparan para salir juntos a pasar la velada. Sin embargo, antes de salir de casa empiezan ya a discutir con acritud cómo debería vestirse ella. Luego se pelean sobre el restaurante a donde ir a cenar. En el auto, la esposa critica con dureza el modo de conducir de su marido y hasta el lugar escogido para estacionamiento. Durante la cena riñen sobre el cine donde irán luego.

¿Qué hay debajo de esta incapacidad en ponerse de acuerdo sobre pequeñeces? Generalmente es una señal de que algo profundo está carcomiendo a uno o a los dos a un tiempo.

Por ejemplo, esta guerrilla continua acontece a menudo cuando ambos cónyuges tratan de afirmar su posición dominante en el matrimonio. Desde luego, ninguna pareja deja de tropezar con desavenencias de poca importancia en el curso de su vida, pero en un matrimonio normal más bien se reducen y no se incrementan las zonas de fricción, sobre todo si hay sentido común.

Y cuando ambos cónyuges tienen presente, las grandes diferencias en todos los aspectos que hay en el hombre y en la mujer, y que en el matrimonio están para complementarse y no para competir. Y cuando también son conscientes de que la cabeza del matrimonio es el esposo, pero habiendo una igualdad en el trato en la relación de pareja.

Cuando los casados se den cuenta de que tienen cada vez más divergencias, deben hacer un alto inmediatamente y reflexionar en las causas básicas que las originan.

Aquí es importante, que se analice, las tres columnas principales de la relación de pareja, que son: el respeto, la buena negociación, y una eficaz comunicación. Y también las tres columnas de la felicidad: La comprensión, la aceptación y el alentar a la pareja.

LA ESPOSA SE VUELVE CADA VEZ MAS REGAÑONA.

Entre todas las quejas que los maridos formulan, probablemente la más corriente es que la mujer se pasa el día refunfuñando y les hace la vida poco apacible.

Cuando un marido comenta este detalle con los amigos los más probable es que no se dé cuenta de que puede estar revelando una actitud propia fundamental, o sea que no advierte que es él quien está faltando en mostrar a su esposa todo el aprecio y comprensión que necesita.

Los psicólogos afirman que el continuo refunfuñar de una esposa indica inseguridad de sí misma y del amor de su marido. Porque quiere alcanzarlo y retenerlo. Y lo único que se le ocurre para conseguirlo es llamarle la atención tan a menudo como le sea posible.

Un Juez de Relaciones Domésticas en E. U. A., cuenta la historia de un hombre de negocios que contrató una hermosa y competente secretaria. Un día la esposa visitó la oficina, vio a la secretaria y empezó a enojarse.

Al poco tiempo, el hombre de negocios tuvo que ir a New York, para concluir un importante asunto, y se hizo acompañar de la secretaria para asistirlo. Incapaz de dominarse, la esposa empezó a fastidiar para hacerse presente al marido.

Siguió con la querellas hasta que la secretaria levantó el vuelo con un capitán del ejército, el negociante contrató los servicios de una nueva secretaria, una mujer de mediana edad que no le hacía competencia a la esposa. Al recuperar sus sentimientos de seguridad emocional, la esposa cesó de reñir.

Pocos casos de querella empiezan tan sencillamente y terminan tan súbitamente. Además, el regañar es materia que se presta a gradación. Todas las esposas sienten alguna vez la necesidad de recordar al marido que requiere reparación la puerta del baño o que hay que reponer el vidrio de la ventana.

Pero el molestar no adquiere gravedad sino cuando el cansado marido se ve imposibilitado de revisar sus correos o ver TV, cuando llega a casa por la noche, a causa de las constantes e impertinentes interrupciones de su mujer. Así que las constantes reconvenciones se convierten en un problema del matrimonio.

El marido clásico, ante esta situación acaba por encerrarse dentro de sí mismo o empieza a acudir a la cantina o bar.

La causa básica del continuo refunfuñar—el sentimiento de la esposa de que está siendo desdeñada—puede intensificarse y el problema adquirir cada vez caracteres más graves.

Aquí es importante que se analice. En el caso de la esposa, que procure controlarse y dominarse no dejándose llevar de la imaginación, controlando sus impresiones y sus impulsos. En el caso del esposo, pensar bien las cosas, porque aunque no hagan nada malo, no debe de dar motivos, para que su esposa piense mal o se sienta desdeñada.

UNO O AMBOS CONSORTES DESCUIDAN SUS DEBERES RELIGIOSOS.

Las investigaciones científicas sobre cuestiones sociales confirman unánimemente el hecho de que las parejas con religiosidad tienen muchas más probabilidades de ser felices que aquellas que carecen de verdadera fe en Dios.

En los principios de los sesentas del siglo XX, cuando todavía había fe y valores cristianos en la sociedad, el escritor Pablo H. Landis en el libro “Para sacar las máximas ventajas del matrimonio”, declara: “Es un hecho comprobado que las personas sin afiliación religiosa representan un mayor riesgo matrimonial que las que practican alguna religión”.

Nota: La prueba la vemos en estos tiempos, donde domina el egoísmo, el materialismo, el ateísmo practico y el hedonismo. Hoy se ve una gran cantidad de parejas divorciadas o viviendo en amor libre y cada vez menos parejas estables y seguras. Y no sólo esto abunda en estos días, sino también madres y padres solteros, y lo más terrible uniones antinaturales legalizadas por algunos países, como son las coyundas homosexuales. Esto no se veía cuando había más valores morales y fe en Dios.

Continua el Sr. Landis: “No sólo tiene importancia su formación religiosa, sino que también es significativo el que una pareja sea activa en la religión. Se ha hallado que la asistencia a la iglesia es un factor muy importante en el éxito o fracaso de las relaciones, incluso en el periodo de noviazgo.

Un estudio llegó a la conclusión que más de la mitad de los compromisos en que la muchacha asistía a la iglesia con más regularidad que el prometido, finalmente se rompieron. Esto también se vio que era cierto en los compromisos entre novios cuando ninguno de los dos tenía afiliación religiosa. En cambio, pocos noviazgos se deshicieron entre parejas que asistían a la iglesia con frecuencia”.

“Esta asociación con la religión, que contribuye al buen término de un noviazgo, todavía tiene más significado en el matrimonio. Ya que se han registrado mayores niveles de felicidad matrimonial en parejas que, después de casados, continuaron asistiendo a los oficios religiosos con regularidad”.

Todo esto da por conclusión lo siguiente: “Todas las pruebas confirman el hecho de que una formación y antecedentes de religiosidad son de gran valor para el matrimonio, o dicho de otra forma, que las parejas que carecen de creencias religiosas tienen menos probabilidades de alcanzar un buen suceso en el noviazgo y en el matrimonio”.

La frecuencia de los sacramentos obliga virtualmente a ambos consortes a meditar sus obligaciones para asegurar el éxito de su matrimonio. La persona que reflexiona y recuerda sus propios pecados al prepararse para la confesión se halla menos inclinada a criticar a su compañero.

Cuando el marido, la esposa o ambos a la vez, se muestran negligentes en la práctica de la religión acaban perdiendo las ventajas y privilegios de la gracia unificante que derraman los sacramentos.

CUANDO MARIDO Y MUJER RIÑEN SOBRE CUESTIONES DE RELIGIÓN.

Estas querellas abundan más, como es natural, entre matrimonios mixtos (la unión de un católico, con una mujer de otra religión o viceversa). Algunas veces, las diferencias religiosas no suscitan problema grave hasta que nacen los hijos y se presenta la cuestión de educarlos o no en la fe católica.

El consorte que no es católico acaso se resista a que se enseñen a su hijo principios que él no acepta. Puede tratar de influenciar a su hijo alejándolo del catolicismo. Y aquí estalla el conflicto.

Algunas veces, el padre o madre que no es creyente entabla un combate de retaguardia: en todas las ocasiones y siempre que puede dirige disimulados ataques y sarcasmos de soslayo contra la Fe. El resultado es una tensión subyacente que puede reflejarse sobre otros asuntos.

Las Divergencias graves en asuntos religiosos ocurren a veces entre cónyuges aun siendo ambos, en apariencia, católicos. Ocasionalmente, un marido puede negarse a abstenerse de carne cuando lo manda la religión o puede oponerse a que el niño vaya al catecismo. Otras veces las diferencias aparecen sobre el deseo de uno de los cónyuges de practicar el control de natalidad violando los preceptos divinos.

Sea que estas divergencias se produzcan entre católicos y no católicos o entre católicos practicantes o católicos apóstatas (que han renegado de la religión), el hecho real es que a menos de que se solventen de algún modo, quedan amenazados los fundamentos mismos del matrimonio.

Hasta aquí, el primero de dos escritos, dedicados a las señales o detalles que pueden poner en peligro un matrimonio.

Por último, espero en Dios. Que los cónyuges presten atención a estos detalles que si no se le pone cuidado pueden ser catastróficos en su vida matrimonial. En un segundo escrito se van a exponer más señales que pueden poner en peligro la unidad, la armonía y la felicidad conyugal.

La mayor parte de este escrito fue tomado del libro: “Manual del Matrimonio Católico” del Rev. Padre George A. Kelly.

Mons. Martin Davila Gandara


 SIGNS OF A MARRIAGE IN DANGER

Throughout January, the month dedicated to the Holy Family by the Catholic Church, we have talked about the nature and the divine institution of the Christian marriage, along with its holiness and obligations.

However, this time we are about to point out particular aspects of the couple’s relationship. Whenever such aspects are neglected or not properly corrected, the holy institution of marriage is often dissolved.

Most marriages between practicing Catholics are, as a general rule, happier than marriages between those who have quitted practicing. Catholic marriages do experience crisis and storms, but every man and women that look for the sanctifying grace of God and fight to subjugate their own selfishness reach spiritual peace and mutual joy.

A truly Catholic husband (one who knows the Church doctrine and teachings, one who endeavors to comply with the ten commandments and frequents the sacraments) will certainly be able to take his wife’s hand after thirty or forty years of marriage and say: “Life has been good on us”.

Not all marriages can speak likewise. Sometimes, during the course of life in couple, it gets difficult to merge personalities, the individuals begin to embrace selfishness, stubbornness and a false pride that enters the couple’s life to leave no more. Thus, a divine institution that could have led to a mutual sanctification becomes a source of bitterness, sorrow, shame and remorse.

The fact that a marriage is performed in church before a priest of God, does not mean that it constitutes a sort of magic talisman to ensure success. Just like marriages of other creeds, Catholic couples need to cultivate many virtues to lead a harmonious life and to avoid the setbacks that could arrive from everywhere.

Notwithstanding the Catholic Church prohibition of divorcing, Christian marriages are also subject to fail. Many could even end in a husband abandoning his wife and children, in the separation of the couple or in a constant state of hostility under the same roof. Even though there is always hope for this marriages to reconcile, nobody can deny that their situation is most pitiful.

Marriage counselors, divorce court judges, social workers and other experts agree that a couple cannot reach such a disastrous stage overnight.

Long before a husband abandons his wife, or else, decides to stay with her but in a constant war, there are many signs that foretell the way to disaster. Just like there are signs of imminent physical diseases, there are simple signs that show the moment when a marriage starts to collapse.

A great number of marriage conflicts start with divergences that may seem trivial. If the spouses do not spot these differences and fight to solve them quickly through mutual understanding and consideration, symptoms may multiply and lead to a mortal illness.

Before listing the symptoms or signs of a marriage in danger, let us analyze the case of a woman in her midlife who arrived crying before a marriage counselor. She begged him to tell her what to do in order to reunite the man she had divorced the year before.

The woman had longed to become the preeminent figure of the social chronicles in her town, she had been swept away by an insatiable ambition, while her husband preferred to stay at home and read books.

Looking back to her past life, the woman recognized that everything started to go wrong when she agreed to enter a rich women club. Ever since, the couple’s life became a hell. She insisted on his going out with her every night. She said: “If only I had known where my eagerness to stand out in society would take me, I would not have annoyed my husband so much”. But it was too late.

Had she taken measures when the problem was not so big, probably she would have settled the misunderstanding by a serene talk with her husband.

Money issues, in first place, followed by those regarding in-laws, and alcohol abuse are the main causes of conflict (each separately analyzed herein below) and should get immediate attention of the couple in order to avoid a major conflict and an eventual marriage collapse.

The small symptoms and signs mentioned before are the following:

INABILITY TO SOLVE SMALL ISSUES

Husband and wife prepare to go out together one night. Before leaving home they start a discussion on how she should dress and on what restaurant should they choose. Then she criticizes how he drives and the parking lot he chooses. During dinner, they continue fighting, this time on what movie they will watch.

What lies under this inability to agree on trifles? It is generally a sign that something is happening deep inside one or both of them.

For instance, this continuous war often takes place when both spouses fight to reaffirm their dominant role within marriage. Of course, no couple ceases to find obstacles through the course of life, but normally, friction zones should tend to reduce instead of increasing, specially when appealing to common sense.

Further, both spouses should be conscious of the great differences between men and women and of the fact that they should complement each other instead of competing with each other. Also, they should remember that the head of the marriage is the husband, but the manners between husband and wife should be equally respectful.

Whenever the couple realizes that divergences increase, they should stop to think about the origins of the situation.

Here, they should analyze the three main columns of the couple’s relationship: respect, good negotiation and effective communication; as well as the three columns of happiness: understanding, acceptance of the partner, and encouragement.

AN INCREASINGLY UPSET WIFE

Many men usually complain of their wives continuous demands that make their life everything but pleasant.

As the man shares this particular situation with his friends, he is probably unaware of his own negative attitude, that is, his failure to show his wife all the love and understanding that she needs.

Psychologists state that the continuous complaints of a wife indicate that she feels insecure of herself and of her husband’s love. So, she starts complaining and nagging as often as possible in order to keep him by her side.

A judge on Domestic Relationships in the United States of America tells the story of a business man who hired a beautiful and competent female assistant. One day, his wife came to his office and, upon seeing the assistant, started to get angry.

Soon after that, the business man had to travel to New York for an important business and he asked his assistant to go with him. Unable to control herself, his wife started nagging to call her husband’s attention.

She went on like that until the assistant married an army captain and the business man hired a new assistant, a woman in her mid-life who did not compete with the wife.

Few cases start and finish in such a simple way. Besides, the complaints may vary in intensity. From time to time, all wives may feel the need to remember their husband to fix the bathroom door or the window pane.

Nonetheless, complaints only become a real problem when a tired husband is unable of arriving home at night and read his mails or watch TV in peace. This disruption to his tranquil life is what triggers serious crisis in marriage.

A classical husband to face said situation ends up losing himself or starts frequenting bars and nightclubs.

The main cause behind continuous complaints (the wife’s feeling of being rejected) may intensify until the issue reaches higher dimensions.

Here, it is important to analyze several aspects. The wife should try to control herself so as not to be swept away by her imagination. She should control her perceptions and impulses. On the other hand, the husband should think prudently because, even though he may not do anything wrong, he should not give her wife any reason to think bad or to feel rejected.

ONE OR BOTH SPOUSES NEGLECT THEIR RELIGIOUS DUTIES

Scientific research on social matters unanimously confirm that religious couples are more likely to be happy than those who lack faith in God.

In the beginning of the 60’s decade of the 20th century, when there were still faith and Christian values in society, author Paul H. Landis, in his book, “Making the Most of Marriage”, declares: “It is a proven fact that non-religious couples are more at risk within their marriage than religious ones”.

Note: We can see evidence of this in our days, which are full of selfishness, materialism, practical atheism and hedonism. Nowadays, more and more couples are divorcing or living their love freely and the number of stable and secure couples is reducing. Moreover, single mothers and fathers abound, and in many countries, anti natural unions such as the homosexual yoke of marriage are been legalized. Anything of this was seen when there were moral values and faith in God.

Mr. Landis further states: “Not only does religious instruction turns out to be relevant, but also the fact that the couple is actively religious. Attendance to church is an important factor in the success or failure of relationships, even during engagement.

A study drew the conclusion that more than a half of the relationships in which the girl attended church more often than the boy finally ended. The same was observed for the engagements where none of the parties was religious. On the contrary, few engagements were broken among couples that attended church on a regular basis.”

“The religious bond contributes to the good end of the engagement and becomes even more significant within marriage. Actually, records show a higher level of happiness among married people who continued attending religious offices regularly”.

From this we can conclude the following: “All evidence confirms the fact that religious instruction and background are highly valuable for marriage. In other words, non-religious couples are less likely to succeed both in marriage and engagement”.

Frequenting the Sacraments virtually obliges the spouses to reflect on their duties to ensure marriage success. The individual that recognizes and remembers his or her own sins upon preparing to confess, finds it harder to criticize the partner.

When husband, wife or both, neglect the practice of their religion, they end up losing the advantages and privileges of the sanctifying grace conferred by the Sacraments.

DISPUTES BETWEEN HUSBAND AND WIFE DUE TO RELIGION

This quarrels abound, as one can imagine, among mixed marriages (the union between a Catholic man and a non-Catholic woman and vice-versa). Sometimes the religious differences do not cause major trouble until the children are born and the couple faces the question of whether to raise them under the Catholic faith or not.

The non-Catholic spouse may refuse to teach his children the principles that he or she does not accept. He or she may influence the children against catholicism. Therefore, the conflict starts.

Sometimes, the non-Catholic party establishes a rear guard battle by taking every opportunity to throw sarcastic and indirect attacks against the Faith. As a result, a tense environment is reflected in other matters.

Serious differences on religious matters take place even in marriages where both spouses are Catholic, at least in appearance. Occasionally, the husband may refuse to abstain from flesh as commanded by religion or may refuse to send his son to catechism. There may also be troubles due to the desire of one of the spouses to practice contraception against the divine principles.

Regardless of the marriage being between a Catholic and a non-Catholic, or between a practicing Catholic and an apostate Catholic (one that has rejected the Catholic faith), it is absolutely truth that such problems should be solved to save the very foundations of marriage.

This is the end of the first writing dedicated to the sings of endangered marriages.

Lastly, I hope in God that the spouses will pay attention to the details mentioned above in order to avoid its disastrous effects in their married life. The second part of this article will include other signs of danger regarding matrimonial unity, harmony and happiness.

This article is mainly based on the book “The Catholic Marriage Manual”

Yours sincerely in Christ
Mons. Martín Dávila Gándara
Bishop on a mission
Comments: obmdavila@yahoo.com.mx


SEGNALI DI PERICOLO NEL MATRIMONIO

In altre occasioni , durante questo mese di gennaio dedicato dalla Chiesa Cattolica alla Sacra Famiglia, abbiamo esposto sulla natura e divinità dell’ istituzione del Matrimonio cristiano , così come sulla santità ed obblighi ad essa riconducibili .
Ma ora, in questo scritto, si parlerà dei piccoli dettagli all’interno di un rapporto di coppia , i quali se non venissero considerati, analizzati e poste misure correttive necessarie, finirebbero per portare alla dissoluzione di questa santa istituzione.
La maggior parte dei matrimoni cattolici praticanti della Religione , sono generalmente più felici sotto tutti gli aspetti che non quelli che si trovano lontani da essa.
Essi possono avere momenti di crisi e tensione e non mancherà qualche momento di tempesta. Ma quando un uomo ed una donna cercano la grazia santificante di Dio e sovrastano i propri piaceri egoisti , il risultato è la tranquillità nelle loro anime e l’allegria della mutua compagnia.
Un marito cattolico per davvero (conoscitore della dottrina e degli insegnamenti della Chiesa, colui che inoltre cerca di adempiere i divini comandamenti e frequenta a sua volta i sacramenti) potrà senz’altro prendere la mano di sua moglie e dopo trenta oppure quarant’anni di matrimonio riuscirà a dirle: “La vita è stata buona con noi due”.
Non tutti i matrimoni possono dire la stessa cosa. Talvolta , nel decorso della vita comune , quando non si riesce a fondere le diverse personalità, col lasciarsi portare dall’egoismo, la testardaggine e un falso orgoglio finiscono per impadronirsi della vita dei coniugi in maniera permanente , e quell’unione ed istituzione divina che avrebbe potuto condurli alla santificazione reciproca diventa una fonte di amarezze, infelicità , vergogna e rimorsi.
Il fatto stesso che il matrimonio si verifichi in Chiesa e dinanzi ad un sacerdote di Dio , non significa che esso sia una sorta di “talismano magico” che ne assicuri automaticamente il successo.
Così come lo devono fare le persone appartenenti ad altri credi religiosi, le coppie di cattolici hanno bisogno di coltivare molte virtù per riuscire a portare una vita insieme in armonia ,evitando così gli inciampi che sono sempre in agguato.
Sebbene nella Chiesa Cattolica non sia permesso il divorzio, i matrimoni cristiani sono comunque in pericolo di fallimento. Potrebbe arrivare qualche situazione talmente critica da far sí che il marito lasci moglie e figli; che i coniugi non vivano più sotto lo stesso tetto ; oppure che continuino a vivere insieme in uno stato di ostilità perpetua. E anche se rimane sempre la speranza del ricongiungimento , nessuno può pur negare la lamentabile situazione e circostanze in cui vivono questi matrimoni.
Diversi consiglieri matrimoniali , giudici divorzisti, assistenti sociali, e altri specialisti del settore concordano in unanimità sul fatto che le coppie non arrivano a situazioni cosi disastrate da un giorno all’altro.
Molto prima che un uomo lasci la moglie o arrivi a vivere insieme a lei in uno stato di guerra permanente , ci saranno molti indizi a presagire il loro viaggio verso la rovina. Nello stesso modo in cui compaiono i sintomi fisici di un’imminente disturbo o malattia , esistono semplici segnali d’allarme che indicano il momento in cui un matrimonio è sull’orlo del precipizio.
La maggior parte dei conflitti matrimoniali iniziano con piccole divergenze apparentemente senza alcuna importanza. E se i consorti non riconoscono in tempo questi problemi e non cercano di risolverli prontamente , mettendo in campo la loro comprensione e considerazione reciproca , i sintomi continuano a moltiplicarsi finché non scoppia la guerra.
Prima di presentare i sintomi o segnali di pericolo in un matrimonio . Vedremo il caso di una donna di mezza età che si è presentata in lacrime dinanzi ad un consigliere matrimoniale, pregandolo di dirle come fare per recuperare suo ex-marito di cui si era divorziata l’anno precedente
Questa signora aveva voluto essere una figura riconosciuta nella cronaca sociale della sua città, si è lasciata trascinare per la sua ambizione sfrenata , sebbene a suo marito non piacesse la vita sociale e preferisse passare le serate leggendo e riposando a casa.
Contemplando la su vita passata, la donna si accorse che tutto il malessere del suo matrimonio ebbe inizio da quando lei consentì il suo ingresso ad un club di donne ricche.
Da quel momento in poi la sua vita col marito diventò un vero inferno, dato che lei esigeva di essere accompagnata fuori tutte le sere . Lei disse: “Se io avessi saputo opportunamente dove mi avrebbe portata quella mia ossessione per apparire in società, non avrei mai disturbato mio marito in quel modo”. Ma ormai era troppo tardi.
Se lei avesse posto rimedio quando il problema era ancora di piccole dimensioni, molto probabilmente il malinteso sarebbe stato risolto attraverso una discussione col marito in tutta tranquillità .
Le questioni di denaro , in primo luogo , seguite da quelle originate dai parenti e gli eccessi nel bere- che vedremo più avanti-sono tra le principali cause di frizione e devono essere eliminate immediatamente onde evitare il loro sopravvento, che potrebbe portare al fallimento del matrimonio.
Eccoli qui, i sintomi o segnali di cui parlavamo prima:

L’INCAPACITA DI METTERSI D’ACCORDO SULLE “PICCOLE COSE”.

Marito e moglie si preparano per uscire e passare una serata insieme. Tuttavia, prima di uscire di casa cominciano a discutere con acrimonia su come dovrebbe vestirsi lei. Poi litigano sul ristorante da scegliere per andare a cenare . In macchina, la moglie critica aspramente il modo di guidare di suo marito, e persino discutono sul posto a scegliere per il parcheggio. Durante la cena non riescono a mettersi d’accordo sul cinema, dove andranno più tardi.
Cosa si nasconde sotto questa loro incapacità di mettersi d’accordo sulle piccole cose? Generalmente questo è un segno che qualcosa rode dal profondo ad uno dei due o ad entrambi da un po’ di tempo. Ad esempio, questa guerra continua accade di solito quando entrambi i coniugi cercano di affermare la loro posizione dominante nel matrimonio. Naturalmente, non vi sono coppie senza litigi per piccolezze , ma in un matrimonio normale queste situazioni si riducono al minimo e non aumentano le zone di frizione, soprattutto se si ha un po’ di buon senso.
Entrambi i coniugi devono prendere in considerazione le grandi differenze tra l’uomo e la donna, e devono essere consapevoli che il matrimonio esiste per la complementazione e non per competere.
Devono essere consapevoli che il capofamiglia è il marito, ma deve esserci un’eguaglianza di trattamento nel rapporto di coppia.
Quando gli sposi si rendono conto che vi sono sempre più discordanze e divergenze devono fermarsi e riflettere sulle possibili cause all’origine.
È importante analizzare 3 aspetti cardine nella relazione di coppia: il rispetto, la buona negoziazione, una comunicazione efficace. Vi sono anche 3 condizioni fondamentali per la felicità: comprensione mutua , accettazione, incoraggiamento.

LA MOGLIE CHE DIVENTA UNA GENERALESSA

Fra tutte le lamentele che i mariti possono formulare, quella più comune è che la moglie è una generalessa, che passa tutto il giorno a lamentarsi il che rende la loro vita insopportabile.
Quando un marito menziona questo fatto agli amici , è molto probabile che no se ne renda conto che in realtà questo fatto potrebbe rivelare un suo atteggiamento di base , ovvero potrebbe non avvertire di essere proprio lui a non far sentire la moglie apprezzata e compresa. Gli psicologi affermano che lagne continue da parte di una moglie sono sintomo di mancanza di sicurezza in sé stessa e nell’ amore del marito.
Ella vuole raggiungerlo e trattenerlo per sé.L’unico modo che trova è quello di attirare l’attenzione il più spesso possibile.
Un giudice di famiglia degli Stati Uniti, racconta la storia di un uomo di affari che assunse una segretaria bellissima e molto competente. Un giorno la moglie andai a trovarlo in ufficio , vide la segretaria ed iniziò ad arrabbiarsi.
Al poco tempo, l’uomo d’affari dovete andare a New York , per concludere un affare molto importante , e chiese alla sua segretaria di accompagnarlo come assistente. Non essendo capace di dominarsi, la moglie cominciò ad infastidirlo per essere in qualche modo presente.
Le querelle proseguirono finché la segretaria non volò via con un capitano dell’esercito, cosicché il marito dovete assumere un’altra segretaria, una donna di mezza età che non rappresentava alcuna minaccia per la moglie. Nel momento in cui la donna recuperò i sentimenti di sicurezza , cessarono le lamentele.
Pochi casi di lamentele iniziano e finiscono in un modo così semplice e all’improvviso. Inoltre, l’ammonizione può avvenire in diversi gradi. Tutte le mogli sentono ogni tanto il bisogno di ricordare i propri mariti che la porta del bagno ha bisogno di essere riparata, oppure che bisogna rimpiazzare il vetro della finestra.
Questi disturbi non arrivano ad essere gravi finché il marito non si trova impossibilitato a controllare la sua posta, guardare la T.V., quando arriva a casa la sera, a causa delle continue interruzioni della moglie. Cosicché le continue pretese di quest’ultima diventano un vero problema per il matrimonio.
Il marito comune, dinanzi ad una situazione del genere finisce per rinchiudersi in sè stesso e comincia ad andare al bar. Una semplice causa , un continuo borbottare—che non è altro che il sentimento di rifiuto che prova da parte del marito —–può intensificarsi così tanto da diventare un problema grave.
Qui è molto importante analizzare . Per quanto riguarda la moglie, è importante che lei impari a controllarsi e dominarsi evitando di essere trascinata da un’immaginazione sfrenata, controllando le proprie e soggettive impressioni e i suoi impulsi . Dall’altro canto , il marito , deve pensare bene le cose , perché sebbene lui non faccia niente di male , non deve dare motivi per far pensar male di sé oppure per far sentire la moglie disprezzata.

QUANDO UNO OPPURE ENTRAMBI I CONSORTI TRASCURANO I DOVERI RELIGIOSI.

Le ricerche scientifiche su questioni sociali confermano in unanimità il fatto che le coppie con religiosità hanno molte più probabilità di essere felici che non quelle che mancano di una vera fede verso Dio.
Agli inizi degli anni 60 del 900 , quando la fede e i valori cristiani erano ancora presenti nella società, lo scrittore Pablo H. Landis , nel suo libro “Per trarre il massimo vantaggio dal matrimonio”, dichiarò: “è un fatto provato che le persone senza legame religioso si trovano più a rischio in confronto a quelle che praticano qualche religione”
Nota: La prova che questa affermazione sia azzeccata possiamo vederla ai nostri giorni, tempi dominati dall’egoismo, dal materialismo,dall’ateismo pratico e dall’edonismo.
Oggi giorno si vedono tante coppie divorziate oppure vivendo in unione libera , e sempre meno coppie unite con un vincolo stabile e sicuro.
E non soltanto quelle abbondano ai nostri giorni, ma anche padri e madri single , e ciò che è ancora peggio e terribile, unioni antinaturali legalizzate in alcuni paesi , come quelle degli impropriamente chiamati “matrimoni” omosessuali. Questo non si vedeva ai tempi in cui c’erano più valori morali e fede in Dio.
Tornando al Sig. Landis: “Non ha soltanto importanza il fatto che i coniugi abbiano una formazione religiosa di base, bensì è significativo che la coppia sia attiva nella religione”
Si è scoperto inoltre, che andare in chiesa è un fattore molto importante per quanto riguarda il successo oppure il fallimento di una relazione, persino durante il periodo di fidanzamento.
Una ricerca concluse che più della metà dei fidanzamenti in cui la futura sposa assisteva in chiesa con maggior frequenza rispetto al fidanzato, finivano per rompere. La stessa cosa valeva per i fidanzamenti in cui nessuno dei due aveva qualche affiliazione religiosa. Per contro, pochi fidanzamenti si sono rotti tra coppie ove entrambi i membri assistevano in chiesa con frequenza.
“Questo collegamento tra religione, ed il fatto che essa contribuisca al buon andamento di un fidanzamento, acquisisce più significato nel matrimonio. Dato che si sono registrati livelli più alti di felicità matrimoniale nelle coppie che, dopo essersi sposati, hanno continuato a frequentare le funzioni religiose con regolarità.”
Si può perciò concludere che: “Tutte le ricerche effettuate confermano il fatto che una formazione e degli antecedenti di religiosità sono di gran valore per il matrimonio, ovvero, in altre parole , le coppie senza credenze religiose hanno meno probabilità di raggiungere il successo nel periodo di fidanzamento e , più tardi, nel matrimonio.
La frequenza dei sacramenti obbliga virtualmente entrambi i consorti a meditare i propri doveri per assicurare il successo del loro matrimonio.
Una persona che riflette e ricorda i propri peccati e mancanze mentre si prepara per la confessione è meno incline a criticare il proprio partner.
Quando il marito , la moglie, oppure entrambi, si dimostrano negligenti nella pratica della religione , finiscono per perdere i vantaggi e privilegi della grazia unificante che gronda dai sacramenti.

QUANDO MARITO E MOGLIE LITIGANO PER MOTIVI DI RELIGIONE

Queste discussioni abbondano di più, naturalmente, nei matrimoni misti ( tra un uomo cattolico e una donna appartenente ad un’altra religione e viceversa). Talvolta, queste differenze religiose non suscitano particolari problemi finché non nascono i figli e si presenta la questione sull’educarli nella fede cattolica o meno.
Il consorte non cattolico semmai dovesse opporsi sul fatto che ai figli vengano insegnati principi che non accetta, potrebbe cercare d’influenzare il figlio allontanandolo dal cattolicesimo . Ecco che ha inizio il conflitto.
Qualche volta, il padre o madre non credente intraprende un combattimento in retroguardia : in tutte le occasioni propizie, dirige attacchi subdoli e sarcasmi in tralice contro la Fede. Il risultato è una tensione nascosta che può emergere sotto altri aspetti.
Talvolta, le grosse divergenze per motivi religiosi possono sorgere persino tra coniugi che sono , almeno in apparenza , entrambi cattolici. Occasionalmente, un marito può rifiutarsi di astenersi dal mangiare la carne nei giorni di precetto, oppure può opporsi a lasciare il figlio andare a catechismo. Altre volte le differenze vengono alla luce quando uno dei coniugi rende noto il suo desiderio di fare controllo di natalità , violando i precetti divini.
Sia che queste divergenze siano generate tra cattolici e non cattolici oppure tra cattolici praticanti e cattolici apostati (coloro che hanno rinnegato la propria religione) il fatto è che ameno che non trovino un compromesso in qualche modo, le fondamenta stesse del loro matrimonio rimarranno per sempre a rischio.
Fin qui, è stato esposto il contenuto di uno dei due libri dedicati ai segnali o dettagli che possono mettere a rischio un matrimonio.
Per finalizzare, spero in Dio. Che i coniugi diano ascolto a quei dettagli che se fossero trascurati potrebbero divenire catastrofici nella loro vita di coppia. In un secondo momento continuerò ad esporre più segnali che possono mettere a repentaglio l’unità, l’armonia e la felicità coniugale.
Questo scritto è stato tratto principalmente dal libro: “Manuale del Matrimonio Cattolico” del Reverendo Padre George A. Kelly.

Sinceramente in Cristo
Monsig. Martín Dávila Gándara
Vescovo in Missione


SIGNES DU MARIAGE EN DANGER

Janvier est le mois que l’Église Catholique dédie à la Sacrée Famille. Par conséquent, pendant tout ce mois, on a parlé à propos du mariage chrétien en tant qu’institution divine, et de la sainteté et les obligations regardant celui-ci.
Cependant, cette fois, on veut souligner des aspects particuliers des relations de couple. Manquer à guérir des conflits conjugaux peut signifier l’éventuelle dissolution de la divine institution du mariage.
Beaucoup de mariages entre catholiques pratiquants sont, plusieurs fois, plus joyeux que ceux entre catholiques non pratiquants. Il est vrai que les mariages catholiques peuvent avoir des conflits et des « orages » , mais, certainement, chaque homme et chaque femme qui cherche la grâce sanctifiante de Dieu et qui lutte contre l’égoïsme, obtiennent paix spirituelle et joie mutuelle.
Un mari vraiment catholique (qui connaît la doctrine et les enseignements de l’Église, qui fait des efforts pour vivre selon les commandements et qui fréquent les Sacrements) prendra la main de sa femme après trente ou quarante ans de mariage et dira: « La vie a été belle pour nous ».
Pas tous les mariages peuvent parler comme ça. Quelque fois, la vie de couple trouve des difficultés pour combiner les personnalités, les époux commence à se soumettre à l’égoïsme et à l’obstination. Alors, l’orgueil s’installe dans la vie des époux pour y rester. C’est comme ça qu’une institution divine destinée à la sanctification mutuelle devient la source d’amertume, tristesse, vergogne et remords.
Nonobstant le mariage soit célébré dans une église et d’avant la présence d’un prêtre, cela ne le fait pas un porte-bonheur pour le succès. Comme les mariages de toutes les religions, les couples catholiques doivent pratiquer plusieurs vertus pour avoir une vie harmonieuse et pour surmonter les obstacles les plus communs.
Malgré les prohibitions de l’Église Catholique au sujet du divorce, les mariages chrétiens, ils ont aussi le risque de échouer. Il y en a beaucoup qui finissent avec des familles abandonnées, la séparation des époux, la cohabitation en des situations de terrible hostilité. On peut dire que même ces mariages ont des probabilités de réconciliation, mais on ne peut pas nier qu’arriver à ces conflits est très lamentable.
La plupart de conseillers du mariage, travailleurs sociaux et des autres experts sont convaincus que les relations ne peuvent pas devenir un tel désastre du jour au lendemain.
Avant que le mari décide d’abandonner la femme ou cohabiter en des conditions belligérantes, il y a beaucoup de signes d’alerte pour éviter le désastre. C’est qui se passe avec les maladies physiques qui sont précédées par des signes très précis, on peut observer des signes qui prédisent quand le mariage marche vers l’écoulement.
Nombreux conflits conjugaux commencent avec des problèmes si petits, que l’on ne penserait jamais d’y réfléchir comme un signe d’alerte. Pourtant, si les époux ne trouvent pas la solution à ces « bagatelles », s’ils ne sont pas disposés à guérir les blessures avec compréhension et considération, les symptômes se peuvent se multiplier et mener à une maladie mortelle.
Avant de lister les symptômes ou les signes des mariages en danger, on analysera l’histoire d’une femme de moyenne âge qui est arrivée chez un conseiller pour lui supplier de l’aider à se réconcilier avec l’homme dont elle avait divorcé l’année dernier.
La femme avait longuement désiré devenir une des figures principales de la société. Elle était vraiment obsédée avec cette ambition, tandis que son mari voulait simplement rester chez eux pour lire des beaux livres.
En réfléchissant sur sa vie passée, la femme a dû reconnaître que les choses ont commencé à dégénérer lorsqu’elle a accédé à fréquenter un club pour femmes riches. Depuis, la vie de couple est devenue un enfer. Elle ne cessait pas d’insister d’aller au club avec lui chaque nuit. Elle a dit : « Si j’avais su ce que mon obstination allait me porter, je n’aurais pas exaspéré tellement mon mari ». Il était trop tard.
Si elle avait pris les mesures justes quand le problème n’était pas si grave, elle aurait pu solutionner le conflit avec une simple conversation avec son mari.
Les problèmes qui représentent les principaux causes du conflit sont ceux qui regardent l’argent, la belle-famille et l’alcool (chacun analysé plus profondément séparément). Ces aspects doivent être gérés au plus tôt afin d’éviter des conflits conjugaux beaucoup plus graves et l’éventuel échec du mariage.
Les susdits symptômes sont les suivants :
L’incapacité à solutionner les problèmes les plus simples.
Mari et femme vont sortir ensemble une soirée. Avant de sortir, ils commencent une discussion sur comment elle devrait s’habiller et lequel restaurant ils devraient choisir. Quand finalement ils sortent, elle ne cesse pas de critiquer comment il conduit et où iI gare la voiture. Tandis qu’ils mangent, la discussion continue, cette fois, sur quel film aller voir.
Qu’est-ce qu’il y a derrière cette incapacité pour solutionner des bagatelles ? Très généralement, il s’agit d’un conflit à l’intérieur des tous les deux.
Par exemple, cette bataille constante est souvent un essai de consolider leur rôle dominant dans le mariage. Il est clair que tous les mariages trouvent des obstacles dans la cours des années, mais il est aussi vrai que les frictions devraient diminuer et pas augmenter, spécialement quand on fait appel au sens commun.
En plus, les époux doivent être conscients de différences entre hommes et femmes pour se compléter et pas pour faire des compétitions entre eux. Une chose très important à rappeler c’est que bien que le mari soit la tête du mariage, les manières entre eux doivent être également respectueux.
Lorsque la couple se rend compte que les divergences augmentent, ils doivent sérieusement réfléchir aux causes du problème.
Il faut alors analyser les trois piliers des relations de couple, c’est-à-dire, le respect, la bonne négociation et la communication effective, ainsi que les trois piliers du bonheur: la compréhension, l’acceptation et l’encouragement mutuels.
UNE FEMME DE PLUS EN PLUS IRRITÉE
Beaucoup d’hommes se plaignent des exigences constantes de leurs femmes qui font leurs vies tout sauf agréable.
Au moment de partager cettes circonstances particulières avec ses amis, l’homme ignore probablement sa propre attitude négative, c’est-à-dire, il ne démontre pas l’amour et compréhension dont sa femme a besoin.
Les psychologues affirment que les exigences continuelles des femmes indiquent insécurité soit sur elles mêmes que sur l’amour du mari. Par conséquent, elles commencent à se plaindre autant que possible, afin d’attirer l’attention.
Un juge des relations familiales des États-Unis d’Amérique raconte l’histoire d’un homme d’affaires qui embauche une assistante belle et compétente. Un jour, sa femme arrive au bureau et en voyant l’assistante, elle se fâche.
Peu après, l’homme a dû faire un voyage au New-York avec l’assistante, la femme, ne pouvant plus se contrôler, a commencé à être constamment sur le dos du mari.
Elle a continué comme ça jusqu’au moment où l’assistante s’est mariée avec un soldat et l’homme d’affaires a embauché une autre assistante qui ne représentait aucune menace pour la femme.
La minorité de cas commencent et finissent si simplement. Les plaintes aussi elles peuvent varier d’intensité. De temps en temps, toutes les femmes ont besoin de rappeler aux maris qu’ils doivent réparer quelque chose au toilette ou la fenêtre.
Pourtant, les plaintes deviennent un problème majeur seulement quand un mari fatigué ne peut pas lire son courrier électronique ou regarder la télévision après être arrivé du travail. Ces interruptions à la tranquillité de la vie son des vrais détonateurs de crises dans le mariage.
Un mari normal qui fait face à une telle situation finit par s’ennuyer et commence à fréquenter les bars et les boîtes de nuit.
La raison principale des plaintes (la sensation d’être rejetée) pourrait s’intensifier jusqu’à provoquer de conflits majeurs.
Il y a plusieurs d’aspects à analyser à ce propos. D’une part, la femme doit se dominer et ne pas prendre trop sérieusement les idées posées par son imagination. Elle doit avoir le contrôle de ses perceptions et impulses. D’autre part, le mari doit toujours être prudent afin de ne pas donner à sa femme aucune raison pour avoir des idées bizarres ou la sensation d’être rejetée.
LES ÉPOUX NEGLIGENT LEURS DEVOIRS RELIGEUX
Les recherches scientifiques en matière sociale confirment unanimement que les couples religieux ont plus des probabilités d’être heureux que les couples qui n’ont pas la Foi en Dieu.
Au début des années 60 du dernier siècle, quand il y avait encore foi et des principes chrétiens dans notre société, l’auteur Paul H. Landis, dans son livre “Making the Most of Marriage”, affirme : « l’on a prouvé le fait que les couples sans religion sont plus à risque que les couples religieuses ».
Note: Nous voyons l’évidence de ce fait aujourd’hui. Il y a beaucoup d’égoïsme, matérialisme, athéisme pratique et hédonisme. De nos jours, il y a de plus en plus couples qui divorcent ou décident de vivre ensemble sans compromis, alors que les couples sérieuses diminuent radicalement. En plus, nous trouvons des mères et pères célibataires, des unions contre la nature tels que les unions homosexuelles légales. Rien de ces choses n’était conçu quand il y avait une Foi et des vertus chrétiennes.
Monsieur Landis ajoute: « l’instruction religieuse n’est suffit pas, la participation active dans les questions religieuses, c’est-à-dire, l’assistance à Messe constitue un facteur important dans le succès ou échec des relations, même pendant l’engagement ».
Un étude a conclu que plus de la moitié des relations d’engagement où la femme fréquentait plus la messe que l’homme avaient tendance à finir. La même tendance s’était observée dans les engagements où aucun n’était religieux. Au contraire, très peux d’entre les couples engagées qui assistaient à la messe régulièrement ont échoué.
« Le lien religieux aide à la conclusion réussite de l’engagement et devient encore plus important dans le mariage. En fait, les statistiques montrent un niveau plus haut de bonheur parmi les mariages qui continue à fréquenter les offices religieux »
Dès ces affirmations on peut tirer la suivante conclusion : « toute l’évidence confirme que l’instruction et les antécédents religieux ont un valeur très haut dans le mariage. En bref, les couples non religieuses ont moins probabilités de réussir dans l’engagement et postérieurement dans le mariage ».
Fréquenter les Sacrément oblige les époux à réfléchir sur leurs obligations et sur leurs pêches quand ils préparent la confession. Par conséquent, il est plus difficile qu’ils pensent seulement à critiquer le conjoint.
Quand un des conjoints, ou tous les deux, négligent les pratiques relatives à la religion, ils perdent les avantages et privilèges de la grâce sanctifiante donné par les Sacrements.
LES DISCUSSIONS ENTRE LES ÉPOUX AU SUJET DE LA RELIGION.
Les disputes sur ce sujet abondent, comme l’on peut imaginer, dans les mariages mixtes (l’union entre un homme catholique et une femme non catholique et vice-versa). Quelques fois les problèmes se cachent jusqu’à la naissance des enfants, quand la couple doit décider de les éduquer ou pas dans la foi Catholique.
Le conjoint qui n’est pas catholique pourrais s’opposer à enseigner les enfants les principes d’une religion qu’il n’accepte pas et les influencer contre le catholicisme. Alors, les conflits commencent.
Souvent, la partie non catholique établi une bataille d’arrière-garde et se profite de chaque opportunité pour faire sarcasme et attaquer la Foi. Cette ambiance de tension répercute sur des autres affaires.
D’ailleurs, les différences religieuses se déroulent même entre les époux se disant catholiques. Parfois, le mari pourrait s’opposer à l’abstinence de viande commandée par l’Église ou à l’assistance des enfants au catéchisme. Une autre source de problèmes consiste en le désir d’un conjoint de pratiquer la contraception contre les principes divins.
Quoi que ce soit, un mariage entre catholique et non catholique, ou bien entre catholique pratiquant et apostat (qui rejette la foi catholique), il est claire que ces problèmes doivent être résolu afin de sauver la base du mariage.
Ici, on finit la première partie des articles dédiés aux signes de mariages en danger.
Finalement, j’espère en Dieu que les époux feront attention aux détails susmentionnés pour éviter des effets désastreux dans la vie maritale. La seconde partie inclura les signes de risque touchant l’unité, l’harmonie et le bonheur marital.
L’article est basé sur le livre “The Catholic Marriage Manual”

Sincèrement en Christ
Mons. Martín Dávila Gándara
Évêque en mission