El problema de recibir los sacramentos de la Iglesia Conciliar

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Como efecto del abandono de la fe por la jerarquía de la Iglesia Conciliar desde la década de 1960, algunos sacramentos administrados por ellos carecen de validez y otros llegan a la ilicitud, llevando en muchos de los casos a graves pecados de sacrilegio, tanto de quien los administra como de quien los recibe.

Ya que se realizan mediante la alteración de los elementos esenciales (materia, forma, ministro e intención de la Iglesia) violentando lo instituido por Nuestro Señor Jesucristo, y lo que sabiamente la Iglesia ha enseñado y confirmando por los papas verdaderos y los concilios verdaderamente católicos, como los concilios IV de Letrán, de Trento y el Vaticano Primero.

Los sacramentos de la Iglesia Católica son siete: Bautismo, Confirmación, Penitencia, Eucaristía, Extremaunción, Orden Sacerdotal y Matrimonio.

Es un error enseñar que cualquier sacerdote, por el hecho de serlo, puede y debe administrar todos los sacramentos siempre y sin limitaciones.

Por ejemplo en el Matrimonio el sacerdote no es el ministro, sino los esposos, y en este sacramento el sacerdote da la bendición, ratifica y testifica en nombre de Dios y de la Santa Madre Iglesia, que se ha realizado el sacramento matrimonial con la seguridad de que Dios los ha unido, y no puede ser disuelto por el hombre.

Con respecto al Bautismo, un fiel prudente, que no sea bígamo o viva en concubinato, puede lícitamente, y es su deber, administrar por sí mismo el sacramento del Bautismo en caso de necesidad, al no encontrarse un verdadero sacerdote al alcance por un tiempo mayor a un mes. Y en casos de extrema necesidad, como el peligro de muerte de un infante o de una persona mayor sin bautizar, cualquier persona prudente, incluso sin estar esa persona bautizada, puede administrar el sacramento del Bautismo a quien es apremiante librar del pecado original y de los demás pecados cometidos hasta entonces, si es una persona en uso de la razón.

Los demás sacramentos están reservados a ministros bien ordenados, los sacerdotes y obispos verdaderos. A los sacerdotes se les otorga la potestad para perdonar los pecados, consagrar en la Eucaristía y administrar la Extremaunción, al Obispo, además, tiene el poder de administrar la Confirmación y el Orden Sacerdotal.

Entre los años 1965 y 1968, la por ellos nombrada Iglesia Conciliar, bajo la dirección del ultra modernista Anibale Bugnini, modificó sustancialmente el rito de la Santa Misa, con la intervención de seis ministros protestantes, y así fue transformado en un rito no católico e inválido, lleno de errores y falsificaciones. Asimismo, el 6 de abril de 1969, entró en vigor el rito modificado de ordenación de sacerdotes y la consagración de obispos, al grado de que el cardenal modernista Achile Liénart lo consideró como el “inminente fin del sacerdocio católico”: “El segundo objetivo declarado por el cardenal (Liénart) era ROMPER LA SUCESIÓN APOSTÓLICA MEDIANTE EL CAMBIO DEL RITUAL DE LA CONSAGRACIÓN EPISCOPAL. El poder judicial de los futuros obispos debería mantenerse sin ninguna ambigüedad, porque era importante para mantener la estructura eclesial, pero era muy diferente el caso de la potestad de orden. Observamos la misma maniobra para la celebración de la misa… El objetivo se alcanzaría: en este plazo la sucesión apostólica se rompería sin siquiera darse cuenta”.
(Canónico Descornets de Lillé, citado por Max Barret en Le Courrier de Tychique, 29 de octubre de 2009)

Hoy en día, con la pésima deformación de los seminarios modernistas y en su evidente desconocimiento de la doctrina católica elemental, o no saben, o no quieren distinguir entre validez y licitud de un sacramento, lo que los lleva a cometer terribles sacrilegios, sobre todo al atentar contra el carácter sacramental, que es imborrable.

Como enseña la Teología Dogmática, “Hay tres sacramentos; el Bautismo, la Confirmación y el Orden que IMPRIMEN UN CARÁCTER en el alma, es decir, una marca espiritual indeleble y que, por lo tanto, no puede repetirse. (Dogma de fe. Dz 852)”.

Tal es el caso de la hoy usurpada y modernista Arquidiócesis de Chihuahua, la cual demostró desconocer la doctrina católica acerca de los sacramentos, a través de su vocero, el señor Gustavo Enrique Sánchez Prieto, quien gusta de llamarse “Padre Negris”, quien afirmó que son nulos o inválidos los sacramentos de sacerdotes católicos, solamente porque rechazan y combaten la herejía y el cisma provocado por los de la Iglesia Conciliar.

En su errónea enseñanza, el vocero de la arquidiócesis evita distinguir los términos validez y licitud de los sacramentos.

¿Qué es Validez? Para que exista o sea válido un sacramento, éste debe contar con todas y cada una de sus notas esenciales, tanto en sí mismo como en el ministro que los administra, asimismo en el sujeto que los recibe; de tal modo que si faltara alguna de estas notas esenciales, no existirá en realidad el sacramento.

Por ejemplo, si una mujer recibiera el Orden Sacerdotal, ella no sería sacerdote, pues este sacramento requiere como nota esencial que el sujeto que lo recibe sea varón. En la Nueva Iglesia Conciliar, éste impedimento se pasa por alto y Bergoglio se reúne a orar con “ministras” de otras religiones “cristianas” como las anglicanas reformadas.

¿Qué es Licitud? En cuanto a licitud, se cumple cuando el sacramento verdadero se administra conforme a todas las leyes y ritos prescritos por la Iglesia.

Por ejemplo, cuando un sacerdote verdadero administra el Bautismo y sin causa de fuerza mayor omite la unción con los Santos Oleos, entonces el Bautismo fue válido y verdadero pero fue ilícito, ya que no cumplió con todo lo establecido en el rito del santo Bautismo.

Por otra parte, cuando un sacramento es inválido también es inexistente y por lo tanto, no hay necesidad siquiera de aplicar los calificativos de ilicitud.

La Iglesia enseña también que para la válida y verdadera administración del sacramento del Bautismo, se requiere un ministro, la forma esencial del las palabras del rito con la intención de la Iglesia Católica, y agua corriente vertida sobre la piel de la cabeza del bautizado. No es estrictamente indispensable que el ministro crea o tenga la fe católica íntegra, ni que se encuentre en estado de gracia, o que vista tales o cuales ornamentos; ni que emplee todos los ritos adicionales como las unciones. La ausencia de estas cosas no eliminan lo esencial del sacramento del Bautismo y sólo podrían afectar a la licitud, pero no a la validez del mismo.

Así pues, si se dan todas las condiciones señaladas, ya de parte del sacramento, ya de parte del ministro, ya de parte del sujeto, el sacramento siempre será válido; aún y cuando pudiera por alguna otra razón ser ilícito.

Gustavo Sánchez Prieto, pasa deliberadamente por alto que su nueva religión, surgida en los años sesentas, es encabezada por un gran hereje, blasfemo y defensor del homosexualismo, de los curas pederastas y los divorciados adúlteros; Jorge Mario Bergoglio.

El vocero diocesano que se autonombra Negris, también evita mencionar que hasta los jerarcas de su propia iglesia conciliar reconocen como válidos los sacramentos celebrados y administrados por sacerdotes y obispos que rechazaron las reformas del Vaticano Segundo.

En una conferencia de prensa, Sánchez Prieto convocó a los medios de comunicación para intentar confundir al publico mezclando a los sacerdotes católicos de la Sociedad Trento, con los cismáticos anglicanos y los lefebvrianos, quienes reconocen a Bergoglio como su cabeza, aunque no lo obedecen.

“Ordenado” en 1978, nueve años después de que anglicanizó el rito conciliar, el señor Gustavo Sánchez Prieto se ha distinguido últimamente por ser un promotor de la “apertura e inclusión” de los militantes LGBT+ (movimiento lésbisco-gay) dentro de la comunión de la -por ellos así nombrada- Iglesia Conciliar.

Con los cambios radicales efectuados en el nuevo ceremonial de Consagración y Ordenación de obispos y sacerdotes en abril de 1969, se altera lo esencial para la validez del sacramento del Orden. Esto ha provocado, como lo manifestó el cardenal Achille Liénart hace cinco décadas, que los “obispos” y “sacerdotes” ordenados con este nuevo rito y ceremonial perdieron la sucesión apostólica, y los obispos consagrados en la Iglesia Conciliar, con esta nueva forma, sencillamente ya no son obispos verdaderos, así como los sacerdotes ordenados por ellos con estos nuevos ritos, siendo ahora todos ellos unos simples laicos, herejes y cismáticos. Es el caso también de Jorge Mario Bergoglio, quien fue “ordenado” presbítero el 13 de diciembre de 1969, con ese nuevo rito alterado ocho meses antes.

Invoquemos al Espíritu Santo para que con Su Don del Entendimiento nos guíe en estos tiempos profetizados por San Pablo en su Segunda Epístola a los Tesalonicenses:

“Hermanos, que nadie os engañe en ninguna manera; porque el día del Señor no vendrá sin que antes venga la apostasía… y se manifieste el hombre de pecado… que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios”. (II Tes., II, 3, 4).

(English Version)

The problem of receiving the Sacraments of the Conciliar Church

As a result of the Conciliar Church apostasy of the 1960’s, some of the sacraments administered by their priests lack validity and lawfulness. Therefore, there are many cases in which these sacraments imply a serious sin both for the priest administering them and for the person receiving them.

The essential elements of the sacraments have been altered in some way or another (matter, form, minister, or the intention of the Church), thus distorting the teachings of Our Lord Jesus-Christ, and the teachings of the Church which were confirmed by the true Catholic popes and councils, such as the IV Lateran Council, the Council of Trent and the First Vatican Council.

The Sacraments of the Catholic Church are seven: Baptism, Confirmation, Penance, Eucharist, Extreme Unction, Holy Orders, and Marriage.

Teaching that any priest can at any time administer any sacrament without limitation is erroneous.

For example, the spouses, and not the priest, are the true ministers of Marriage. The priest blesses their union, ratifies and testifies in the name of God and the Holy Mother Church so that they can be sure that God united them and that their marriage cannot be dissolved by Men.

Regarding the Baptism, any prudent faithful, so long as he is neither bigamous nor living in concubinage, may and should licitly administer the sacrament of Baptism out of necessity if a true priest were not to be found for more than one month. In extreme necessity, such as when an infant or adult risk to die, anyone, even those who are not baptized, may administer the sacrament of Baptism to erase the original sin, and even the rest of the sins committed by a person with full use of reason.

The rest of the Sacraments are reserved to the duly ordained ministers, true priests and bishops. Priests are given the power of forgiving sins, consecrating the Eucharist and administering the Extreme Unction, while the bishops have the power of administering Confirmation and Holy Orders.

From 1965 to 1968, the so called Conciliar Church, under the direction of ultra-modernist Annibale Bugnini, substantially modified the rite of the Holy Mass, with the help of six protestant ministers. The result was an invalid non-Catholic rite full of errors and falsifications. Likewise, on April 6th, 1969, the new rite to order priests and consecrate bishops came into effect. This was considered by the modernist cardinal Achille Liènart as the “imminent end of the Catholic priesthood”: “The second goal declared by cardinal Liènart was to BREAK THE APOSTOLIC SUCCESSION BY CHANGING THE RITUAL OF BISHOP CONSECRATION. The judicial power of the future bishops should be kept without ambiguities in order to keep the ecclesiastic structure, unlike the powers of the priesthood. The same maneuver was made for the celebration of the mass…The goal would be achieved: before one could notice, the apostolic succession would be broken”.
(Canon Descornets de Lillé, quoted by Max Berret in Le Courrier de Tychique, 29th October 2009).

Nowadays, the disastrous deformation of the modernist seminars, along with their obvious ignorance on the most basic Catholic doctrine, has led modernists into committing terrible sacrileges against the sacramental character which is indelible. Basically, they are incapable of distinguishing between the validity and the lawfulness of a sacrament, be it as it may, either because they are ignorant or because they willingly refuse to make such differentiation.

The Dogmatic Theology teaches the following: “There are three sacraments, namely Baptism, Confirmation and Holy Orders, that IMPRINT CHARACTER in one’s soul; meaning an indelible spiritual mark which cannot be repeated (Dogma of faith. Dz 852)”.

Such is the case of the usurped modernist archdiocese of Chihuahua and his spokesman Mr. Gustavo Enrique Sanchez Prieto, aka “Father Negris”, who declared that the sacraments administered by the Catholic priests are void or invalid because they reject and fight the heresy and schism caused by the Conciliar Church.

The spokesman’s declaration does not make any distinction between the terms validity and lawfulness regarding the sacraments.

What is validity? A valid sacrament is administered with all the elements that are essential to the sacrament itself, to the minister and to the person that receives the sacrament. Therefore, if one of these elements is absent, the sacrament is nonexistent.

For example, if a woman received the Holy Orders, she would not become a priest, because this sacrament specifically requires a male recipient. In the New Conciliar Church, this impediment is overlooked since Bergoglio attends prayer meetings with female priests from other “Christian” religions, such as the Reformed Anglicans.

What is lawfulness? It refers to the fact of administering a true sacrament according to all the laws and rites dictated by the Church.

For example, whenever a true priest administers the Baptism and unjustifiably omits the anointment with the holy oils, the Baptism is valid and true but unlawful, since it did not comply with the Rite.

Furthermore, whenever a sacrament is invalid, it is also nonexistent; therefore, there is no need to qualify it as lawful or unlawful.

The Church also teaches that a valid and true Baptism requires a minister, the essential form of the words prescribed by the rite, the intention of the Catholic Church, and pouring water over the skin of the recipient’s head. Hence, it is not indispensable a Catholic minister, nor the state of grace of the minister, nor the use of certain ornaments, nor the additional rites such as the anointments; the absence of which would only affect the lawfulness of the Baptism, not its validity.

As it is, whenever the sacrament, the minister and the recipient meet the validity requirements, the sacrament will be valid, regardless of the reasons which may render it illicit or unlawful.

Gustavo Sànchez Prieto deliberately overlooks that his religion was created in the 1960s, that it is led by a heretic blasphemous man who defends homosexuality, pederasty and adultery: Jorge Mario Bergoglio.

The diocesan spokesman, who calls himself Negris, also omits that the leaders of his Conciliar Church recognize as valid the sacraments celebrated and administered by priests and bishops that rejected the reforms of the II Vatican Council.

In a press conference, Sanchez Prieto called the mass media to confuse the public by mixing the Catholic priests of the Trento Society, with the schismatic Anglicans and Lefebvrians, who recognize Bergoglio as their head, but do not dare obey him.

It is worth saying that Mr. Gustavo Sanchez Prieto was ordained in 1978 (nine years after the Anglican modifications were made to the conciliar rite) and has stood out for promoting the “inclusion” of the LGBT members (the homosexual movement) in the communion of the Conciliar Church, as they themselves like to call it.

In conclusion, the modifications made to the Rites of Ordination and Consecration of priests and bishops as of April 1969, altered the very essence of the sacrament so that it cannot be considered valid anymore. Consequently, as cardinal Achille Liènart said, it has been five decades that the “bishops” and “priests” ordained with the new rite, have lost the apostolic succession; in other words the “bishops” and “priests” of the Conciliar Church are neither true bishops nor true priests, but simple lays, heretics and schismatics. Such would also be the case of Jorge Mario Bergoglio, who was ordained priest on the 13th December 1969, with the new rite altered only eight months before.

Let us invoke the Holy Spirit so that we may be guided by the gift of understanding in the times prophesied by Saint Paul in His Second Epistle to the Thessalonians:

“Let no man deceive you by any means, for the day of the Lord will only come after the apostasy…and after the man of sin is revealed, so that he sits in the temple of God, showing himself as if he were God.” (II Tes., II, 3, 4).