Señales de peligro en el Matrimonio Parte II

En este escrito, se va a dar continuidad al artículo pasado, acerca de las señales de peligro en el matrimonio.

Recordemos que gran parte de los conflictos matrimoniales empiezan con divergencias aparentemente sin importancia. Y si los consortes no reconocen a tiempo diferencias y no tratan de resolverlas rápidamente echando mano de su comprensión y consideración mutua, los síntomas continúan multiplicándose y estallará en un problema mayor con consecuencias catastróficas tanto para los esposos como para los hijos.

Continuación de los pequeños detalles y señales de peligro en el matrimonio.

MARIDO Y MUJER ENCUENTRAN CADA VEZ MAS DIFICIL SOSTENER UNA CONVERSACION ENTRE AMBOS.

A esto se llama en psicología “crisis de comunicación”. Esto es señal de que al menos uno de la pareja pierde paulatinamente el interés que antes tenía en los problemas, sentimientos y opiniones del otro. Dejando de existir un pleno sentido de unidad en el matrimonio.

Es imposible que un ser humano llegue a conocer completamente a otro; ya que todos tenemos íntimos temores y esperanzas que no revelamos a nadie. Porque tal vez, se podrán ser reticentes por naturaleza sobre problemas físicos, o con las relaciones íntimas o asuntos de dinero.

Esta reserva puede esperarse en cualquier matrimonio, pero cuando en vez de disminuir, aumenta, esto es una indicación de que el matrimonio deja de tener la compenetración necesaria y existe un obstáculo para su felicidad.

El deterioro en las comunicaciones puede ser el resultado de un marido que siempre está demasiado ocupado, que presta escasa atención a su mujer en lo que respecta a todos los problemas que debe enfrentar diariamente con los hijos; o cuando ella no quiere escuchar el relato de las dificultades de su esposo en la oficina, o lo que es peor aún, que tenga la costumbre de ponerse del lado del patrón en la discusión, y también, cuando ambos no pueden hablar de política o de otro tema sin estar en violento desacuerdo.

Algunas veces una esposa aprensiva trata de comunicar al marido sus temores referentes a su salud; el marido ridiculiza sus aprensiones y se niega a brindarle la simpatía que ella evidentemente busca. Otras, el esposo expresa su sentimientos de afecto y su atareada esposa se ríe y lo desaíra.

El sentido de la conversación franca entre ambos se desarrolla lentamente y en dos fases. De ahí que, cierto marido se apasionó con la fotografía, un hobby sano y razonable, pero no podía pasar ante una tienda de artículos fotográficos sin comprar algo. Convirtió el sótano como su estudio completamente surtido, y constantemente cambiaba sus aparatos por otros modelos más caros.

Dado de que se trataba de un bombero de la ciudad, con un modesto salario, su esposa pensó que gastaba demasiado dinero en su manía, dinero que estaría mejor empleado en cosas del hogar. Ella, Ensayó el primer paso, diciéndole francamente lo que pensaba y que podría gastar menos en sus cosas. Contestó el marido enojado: no era ella quién para entrometerse en cómo debía gastar él el dinero que ganaba.

Es obvio que continuó la disensión de opiniones, con lo que dieron paso a la primera fase en el rompimiento de la intercomunicación. A partir de entonces los esposos empezaron a disputar constantemente sobre los gastos.

Se producían enconados pleitos siempre que los niños necesitaban vestidos, se requería pintar la casa o remplazar el piso de la cocina. Pero el marido permanecía inconmovible; raramente había un día de paga en que la esposa no lo viese llegar con una nueva compra y trasladar el paquete al estudio.

Cuando comprobó que con las querellas no alcanzaba su objetivo, la mujer se encerró en una firme actitud de silencio. Pero cada vez se veía obligada a ir de un supermercado a otro para ahorrar unos cuantos centavos en los comestibles; y llegó en momento en que empezaba a despreciar a su marido por su egoísmo.

Gradualmente se le fue haciendo más difícil hablar de los asuntos del matrimonio con él. Finalmente, entre ellos se levantó un muro de silencio que representaba la destrucción de la felicidad que soñaron.

En este ambiente de guerra fría se desarrollan otras tensiones que conducen a la crueldad, al abandono y al adulterio.

Antes estas situaciones es necesario que se considere, que la incapacidad de comunicarse nace habitualmente de la incapacidad de discutir problemas sin rencor, cada pareja casada debería aprender el arte de dirimir diferencias de un modo pacífico.

Si aparece algún signo de rompimiento de relaciones en el matrimonio, lean otro escrito, que posteriormente se publicará que es referente a “Cómo saber discrepar del consorte”.

Es importante aquí, que se reflexione que la felicidad en el matrimonio realmente requiere de un verdadero amor de virtud, basada en el respeto y sacrificio mutuo; porque cuando uno de los dos no entienden esto, con suma facilidad se cae en el egoísmo que es la antítesis del verdadero amor.

El verdadero amor supone una vida espiritual. Y cuando esta vida espiritual no se ha enfocado en las líneas del pensamiento y no se ha hecho, al mismo tiempo, norma de vida, es imposible querer restaurar lo que se ha roto. El amor debe estar amasado con virtudes que lo conserven y eleven. Cuando éstas se ausentan, va perdiendo solidez el edificio conyugal.

Para ello es necesario seguir el amor verdadero que tanto pregona San Pablo, cuando nos habla de la Caridad Fraterna. “Aquella caridad que es paciente, dulce y benéfica; que no es envidiosa ni precipitada; que no se hincha de orgullo, ni conoce desdén, ni corre en pos de sus intereses propios; que no se enfada ni riñe; que no admite juicios temerarios; que no goza de la injusticia, sino de la verdad; que todo soporta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo sufre”.

Esta es perenne, y por lo tanto, no logrará borrarla ni la vejez ni aun la muerte, la caridad de tiernos sacrificios y de prolongadas paciencias. La caridad sin cual no somos más que bronces sonoros y timbales retumbantes.”

Esta caridad es, sin embargo, la única que podrá obviar los inconvenientes. Ya que, en donde no habido una educación a base de virtudes firmemente practicadas, o cuando no se sabe lo que es sacrificio y humildad, o cuando no sabe lo que es renuncia de sí mismo. Será inútil pretender resolver los conflictos que han surgido.

UNO DE LOS CÓNYUGES, O AMBOS, DESCUIDAN CADA VEZ MAS SU APARIENCIA PERSONAL.

Cada persona joven trata de causar la mejor impresión, por instinto natural, sobre el compañero que pretende. Por lo tanto, es probable que los prometidos lleguen a extremar el adorno personal para atraerse mutuamente.

Una vez casados este detalle se descuida; raro es el matrimonio que conserva todo el encanto, esplendor y romance de la luna de miel. Esto es inevitable, pero ambos cónyuges deben procurar por todos los medios mantener un elevado nivel de higiene personal y vestir con gusto y decencia.

LA ESPOSA SE CONVIERTE EN UNA DESCUIDADA E INDIFERENTE AMA DE CASA.

Son muchas las esposas que quieren mantener un hogar en estado razonablemente presentable. Aunque los tipos de ama de casa varían considerablemente. Una esposa puede ser perfeccionista que no tolere ver un poco de polvo en la alfombra de su sala. Otra, en cambio, dejará de lavar los platos del desayuno hasta la hora de comer. No obstante, ambas mujeres pueden tener un matrimonio dichoso.

Pero cuando se nota un descenso acusado en los niveles establecidos de ama de casa, tal vez esté en el aire una señal de peligro. La mujer que hasta un momento dado era más o menos cumplidora de sus deberes de ama de casa y que repentinamente se convierte en una descuidada, tal vez refleja una actitud de “¿para qué sirve?” lo que estoy haciendo respecto de mis obligaciones. Es muy probable que un hondo problema puede conturbarla, tal vez el sentimiento de que está siendo relegada, de que su esposo no la aprecia.

Si ha sido buena cocinera y súbitamente deja de preparar los platos que ella sabe le gustan a su marido, revela inconscientemente su íntima decepción matrimonial.

Un interesante estudio de la Asociación Americana por el progreso de la Ciencia, halló que a menudo las esposas emplean las comidas como medios de expresar sus sentimientos más verdaderos hacia sus maridos.

La esposa que esté resentida con su consorte acaso le sirva vegetales demasiado cocidos, carne demasiado cruda o quemada, y postres que no le cuesten nada preparar. (Incluso las esposas más amantes no se hallan a veces en disposición de preparar una comida tan buena como de ordinario. Pero el estudio no se refiere a estos lapsus ocasionales, sino más bien a una persistente indiferencia de la esposa por los platos que sirve).

Otra encuesta halló que la cantidad de tiempo y pensamiento que dedica una esposa a preparar la comida está generalmente en proporción directa del contento, sentido de seguridad y amor que siente por su compañero.

Al igual que otros síntomas de matrimonios en predicamento, la casa con suciedad y las comidas inferiores acentúan a menudo las condiciones causales. Todos los maridos desean un hogar bien cuidado para recogerse después de su jornada de trabajo; si este cesa de ser atractivo o le produce asco le asalta la tentación de pasar sus ratos de ocio en otra parte.

LAS RELACIONES INTIMAS SE HACEN MENOS SATISFACTORIAS PARA UNO O LOS DOS CÓNYUGES.

El acto marital es primordialmente una expresión de consideración y amor mutuo. En un matrimonio normal, la satisfacción de ambos participantes en la comunión física debería aumentar a medida que crece la comprensión, la adaptación y la mutua correspondencia en las necesidades.

A menos de que exista una razón física subyacente, tal como una enfermedad, fatiga o preocupación, un decrecimiento en el goce de las relaciones conyugales indicará, consecuentemente, que deben existir otras tensiones y presiones en el matrimonio.

Como se ha visto en otras ocasiones, la armonía emocional es de importancia básica en este acto. La mujer disgustada con su marido tal vez pueda disimular sus sentimientos en otras ocasiones pero sus verdaderas emociones dificultarán la mutua satisfacción en su relaciones maritales. Lo que erróneamente se llama “ajuste de cuentas” en la relación íntima es, por lo tanto, un signo real de que existen tensión y frustración en otros aspectos de la vida doméstica, y hasta que aquellos conflictos emocionales no se hayan resuelto, las relaciones maritales no se ajustarán.

AUMENTAN LOS CONFLICTOS SOBRE CUESTIONES DE DINERO.

En todo matrimonio existen problemas financieros. Pero mucho más importante que la presencia o ausencia de dinero es la actitud de marido y mujer hacia la riqueza material.

La vida de muchos millones de católicos ejemplares, en décadas pasadas y aún en estos tiempos, demuestran que una pareja con madurez emocional, segura de su amor recíproco, puede salir avante, bien unida, de cualquier tormenta financiera. Por lo tanto, los problemas de dinero no acostumbran a ser la raíz de los conflictos domésticos.

Cuando aparecen las desavenencias por cuestión de dinero son casi siempre una expresión externa de profundas tensiones o de fricciones que pueden ser atribuidas al egoísmo de uno o de ambos consortes.

NO COLABORAN BASTANTE LOS DOS JUNTOS.

La pregunta: “¿Está bien que mi esposo pase una noche fuera de casa con sus amigos?” esta pregunta, la formulan frecuentemente las esposas jóvenes. Muchos sacerdotes expertos en asesorar matrimonios contestarían que pasar una noche fuera el esposo con sus amigos o una esposa con sus amigas no ha de considerarse, en general, como origen de perturbación en el matrimonio.

No obstante, existen signos de peligro cuando marido y mujer desean estar fuera de casa frecuentemente y lo desean, a sabiendas o no, para huir el uno del otro. Ya que el intenso deseo de buscar la mayor parte del propio recreo alejado del consorte ha recibido el nombre de “deserción psicológica”.

Cabe ver frecuentes ejemplos de maridos que parecen hondamente dedicados a sus aficiones favoritas. Las reacciones de sus esposas son variables, debido a que ellas pueden adivinar los verdaderos motivos en cada caso.

Por ejemplo, un hombre es golfista que pasa la mayor parte de sus fines de semana en las pistas de golf. La esposa se encoge de hombros y lo acepta con buen talante. Otro hombre desaparece en el tallercito de su sótano cada noche y no se reúne con su esposa hasta la hora de acostarse. Ella se halla profundamente disgustada con este hobby.

En el primer caso, la esposa reconoce que el entusiasmo de su marido por el golf es un interés genuino en el deporte. La segunda sospecha que las actividades del marido en su tallercito meramente encubren su deseo de alejarse de ella.

Cuando un marido empieza a pasar mucho tiempo en diversiones fuera de casa, la esposa normal se siente abandonada. Tiene derecho a esperar que su esposo le dedique a ella más tiempo de su descanso que a ninguna otra cosa. Quiere estar segura de que si él hubiese de escoger, la escogería a ella por encima de muchos otros intereses o aficiones.

Si la mujer se queja del tiempo que su marido dedica a su afición, este debería reconocer que la reclamación puede ser legítima. Por lo tanto es importante que el mismo se haga estas preguntas: “¿Por qué exactamente me dedico a este hobby, deporte o actividad recreativa con tanta diligencia? ¿Es algo que hago porque realmente me seduce o lo utilizo en primer lugar para tener la excusa de alejarme de mi mujer?”

“¿Busco a propósito escapes recreativos que no la incluyen a ella?” Por ejemplo, la caza ofrece muchas emociones para un deportista, pero es ante todo un deporte más bien de hombres y algunos encuentran que su ventaja principal es que les permite ausentarse del hogar.

“¿Sabía ya por adelantado que al dedicarme a este deporte o actividad le irritaría a ella?” Un marido casado durante algún tiempo puede prever las reacciones de su esposa, generalmente. Si trata de pasar noches fuera de casa en compañía de amigos con los que sabe no simpatiza su mujer o no los aprecia mucho, tal vez utiliza subconscientemente este método para alejarse de ella.

El marido que conteste sí a alguna de estas tres preguntas básicas, debería reflexionar a donde van a conducirle sus actos, porque si prosigue su egoísta conducta con las actividades que disgustan a su mujer, probablemente será mayor su responsabilidad si el matrimonio después se desbarata.

MARIDO O MUJER PRESTAN EXCESIVA ATENCIÓN A PERSONAS DE SEXO OPUESTO.

Tanto el hombre como la mujer casados pueden ser amables con individuos de sexo contrario; esto es, lo que se conoce por “flirteo inocente” debe de mirarse con reserva. Un hombre o mujer que muestra un interés excesivo por el sexo opuesto, evidentemente busca alguna satisfacción que no disfruta en su vida matrimonial.

Tal vez sea falta de excitación, necesidad de lucir, o el deseo incomprendido por su compañero, de sentirse atrayente. Puede ser también que el hombre o la mujer no hayan llegado a la madurez emocional o que no sean capaces de vivir a la altura de las obligaciones del matrimonio.

En todo caso, si no se pone un alto al “flirteo inocente”, puede llegarse a resultados desastrosos. Y puede conducir directamente al adulterio.

UNO DE LOS CONSORTES SE RESIENTE POR LA ATENCIÓN DEL OTRO A LOS HIJOS.

Cuando algún varón inmaduro se casa, no busca una esposa sino a una madre: algunas veces para que lo arrulle y le dedique una atención exclusiva. Cuando llegan los hijos, este tipo de marido descubre que tiene un rival en el afecto. A menudo reacciona como celoso, al igual que el primer hijo cuando le llega un hermanito. Algunas mujeres también resienten el amor de su marido por el niño, figurándose que se lo ha quitado a ellas.

Los padres que se encelan de sus hijos son, a menudo, tan jóvenes en años como en dominio emocional. En cierto caso, unos prometidos de veinte años cada uno, se casaron y tuvieron un hijo un año después. El padre nunca se había separado realmente de las faldas de su madre y sentía la necesidad del exclusivo afecto de su esposa.

Al llegar el niño, la reacción de la madre fue completamente natural. Dio al bebé la atención y el amor que requería. Su marido no lo aguantó mucho tiempo. En breve se le vio pasar sus veladas en el bar con sus antiguos compañeros de estudios y a menudo no aparecía por la casa.

En aquella ocasión, el sacerdote de la parroquia a la cual ellos pertenecían pudo ayudar a que el marido adquiriese hombría a tiempo, y eso pudo, evitar más graves daños para el matrimonio. Muchos otros padres que también son celosos de sus propios hijos necesitan igualmente el consejo de asesores experimentados, porque ningún matrimonio puede prosperar con tales faltas de madurez.

UNO DE LOS CÓNYUGES SE TORNA INDIFERENTE A LAS MUESTRAS DE AFECTO.

En los primeros tiempos de casados probablemente pasaban muchas horas con su consorte, tomados de las manos y demostrándose el afecto de otras maneras. Naturalmente, la luna de miel no dura siempre, y los requerimientos cotidianos de las jornadas de trabajo hacen impracticables aquellas demostraciones constantes.

No obstante, en un matrimonio sano y normal siempre habrá manifestaciones de afecto. El marido que deja de besar a su esposa cuando sale para el trabajo o cuando vuelve, tal vez tenga importantes asuntos de negocio en la mente. Tales lapsos ocasionales ocurren, probablemente, en todos los matrimonios. Pero si se repite a menudo pueden fácilmente convertirse en hábitos peligrosos.

El amor se nutre con demostraciones de afecto y muere si le faltan. Además, el dejar de besar o manifestar cariños por la mañana al salir y por la tarde al llegar, o el dejar de emplear palabras corteses, el “por favor” y el “gracias” en las relaciones de cada día, o también, el dejar de ser atento, para que la esposa pase primero al entrar a un edificio o salón, todas estas negligencias sugieren que los consortes han ido perdiendo interés el uno en el otro.

La galantería y la caballerosidad manifestada en palabras amables y actos de ternura son los rasgos que más se deben cultivar; raramente experimenta grandes dificultades el matrimonio que mantiene estas demostraciones de afecto.

MARIDO Y MUJER JUEGAN CON EXCESO.

La mayoría de las veces, el jugar es un acto inocente y, probablemente, todos los maridos y mujeres han jugado en algún momento de su vida. El juego en sí puede representar unos centavos en la lotería o unos cuantos pesos en las carreras de caballos.

Cuando se toma como un deporte o cuando el dinero gastado no se requiere para las necesidades básicas de la familia, el jugar no es pecaminoso. Sin embargo, se convierte en un pecado y en causa de peligros para el matrimonio cuando se dedica al juego el dinero que se necesita para lo esencial de la vida.

Al igual que otros vicios, el jugar no se convierte en un hábito vicioso y absorbente en un abrir y cerrar los ojos. Ofrece muchas señales de advertencia como: la creciente preocupación por los juegos de casinos, de carreras de caballos, el frontón u otras cosas; la disminución en el sentido de responsabilidad por la propia familia; y, finalmente, la incapacidad de resistir a la tentación de jugarlo todo con la esperanza de amasar riquezas rápidamente.

La persona consciente de las responsabilidades para con su familia haría muy bien en extirpar de su sistema todos los juegos, una vez haya observado que su interés por el mismo excede la actitud casual y casi indiferente de la mayor parte de personas normales.

EL MARIDO O LA MUJER TEMEN QUE EL OTRO SE CONVIERTA EN LASTRE.

A menudo se espera que la esposa de un hombre exitoso en los negocios sea una buena anfitriona, que sepa mantener una brillante conversación, que se adicta de cóctel y que parezca que acaba de salir del salón de belleza. Raramente se tiene en cuenta si es verdaderamente una buena esposa y madre en los niveles espirituales y sentimentales; la primera consideración es si es apta para ayudar al marido a servir a la compañía.

En vista de esta tendencia a valorar la capacidad de la esposa para los negocios, no es de extrañar que muchos maridos que se elevan paulatinamente en su carrera empiecen a encontrar defectos en sus consortes debido a que no les siguen en su ascensión.

Naturalmente, el querer hacer de la esposa un asistente de hombre de negocios es una perversión opuesta a los ideales católicos del matrimonio.

Muchas esposas también abrigan ambiciones—especiales de índole social—y empiezan a encontrar defectos en sus esposos si no armonizan con sus deseos de lucir.

Tenemos el ejemplo del matrimonio de un carpintero feliz y afortunado que durante quince años de casado, asistía cada viernes por la noche, casi siempre con su esposa, a espectáculos de boxeo o de lucha. Ella disfrutaba viendo los encuentros y hablaba de ellos con su marido durante la semana.

Siendo él, un contratista de la construcción, resulto que durante una buena racha en sus negocios, se hizo rico. Por lo mismo se cambiaron a una zona residencial más próspera, compraron un auto más caro y vistieron a la moda. Inmediatamente, la esposa empezó a aspirar a una más alta categoría social. Ingresó a un Club Femenino, asistió a clases de arte y a conciertos sinfónicos y empezó a criticar al marido por su afición a deportes “vulgares”.

Después de varios años de creciente enfado, la esposa comprendió que sus aspiraciones sociales unilaterales, a larga sólo le producirían graves disgustos y, muy prudentemente, resolvió aceptar a su buen marido tal como era y a sus aficiones.

Siempre que una de las partes tenga la sensación de que la otra está haciendo los progresos suficientes en determinado aspecto, debe intentarse llegar a una transacción razonable. Pero ningún marido discreto ha de esperar que su esposa cargue con la responsabilidad de su éxito en los negocios.

Por otra parte, la lealtad al marido debe inducir a la mujer a tratar cortésmente a los asociados en sus negocios, a vestir adecuadamente y a reflejar la índole graciosa y feliz de sus relaciones con él. También debería estar dispuesta a informarse de los acontecimientos corrientes a fin de poder sostener una conversación inteligente.

En cambio, el marido debería tolerar, si no es que alentar, los esfuerzos de la esposa para perfeccionarse. Por ejemplo, si él intenta superar sus prejuicios contra aficiones culturales tales como la música, la literatura o la pintura, por ejemplo, tal vez descubra que también le gustan o que, por lo menos, las puede soportar ocasionalmente.

UNA DE LAS PARTES DE ABURRE O SE ENCUENTRA INCOMODA EN PRESENCIA DE LA OTRA.

Parece que algunas uniones se marchitan de puro fastidio si un marido o mujer no logran hacer que la vida sea interesante para el otro. Esto ocurre frecuentemente cuando el matrimonio se base principalmente en la cuestión carnal o sexual. Después de los primeros meses de aventuras físicas disminuye el mutuo interés en la relación. La llegada de sus hijos, que da al marido y a la mujer un interés permanente para compartir, es en estos casos una bendición especial.

Cuando marido o mujer se sienten incómodos, puede ser señal de que el otro consorte es un perfeccionista (el perfeccionismo es un defecto no una virtud), que acecha siempre alguna falta del otro para echársela en cara. La persona que así se incomoda, es fácil que tenga sus propios defectos y entre sus actos haya alguno que no sea del todo perfecto.

Cuando dos casados se dan cuenta de que chocan sus personalidades, deberían tratar de analizar objetivamente las causas. Porque los consortes fastidiados y los que se hallan incómodos son tradicionalmente los que se entregan a los peligrosos vicios de la bebida y del juego, o de líos extramaritales.

Hasta aquí, hemos visto prácticamente, los síntomas o señales de peligro en el matrimonio, ahora, vamos a comenzar a tratar de poner los medios para poder resolver de la mejor manera dichos conflictos.

¿COMO TRATAR LOS SÍNTOMAS DE PELIGRO?

Lo primero que se tiene que considerar y subrayar es que, no hay ningún matrimonio perfecto, y que por lo mismo, se pueden descubrir indicaciones de los síntomas referidos en la propia unión. Cuando estos síntomas no prosperan ni son causa de mayores zozobras, no deberían ser motivo de preocupación. Pero a cada uno le toca corregir cualquier defecto que pueda autodescubrir.

Una vez localizadas las zonas de perturbación, deben de tratar de averiguar las condiciones que las motivan. Por lo mismo, se le tiene que pedir a Dios ayuda, para ver claramente los verdaderos factores.

Al analizarlos, deben de tratar de comprender los sentimientos del consorte, sus impulsos y necesidades. Porque puede hallarse que el primer culpable sea el mismo demandante o quejoso. Tal vez la actitud del cónyuge responde al propio comportamiento; o tal vez el cónyuge quejoso haya contribuido, por lo menos, a crear la situación. Ya que, pocos problemas del matrimonio se deben exclusivamente a la culpa de una de las partes.

Por eso, tan pronto se llega a creer que se entiende claramente el problema, hay que ventilarlo con el cónyuge, con la decisión de no dejarse llevar por la cólera o la ira, y así evitando que cambié de rumbo esa discusión.

Para tratar este asunto, es necesario elegir una ocasión, en que sobre el tiempo para discutir el asunto tranquilamente y sin prisas.

También se debe de plantear el problema constructivamente en términos de lo que pueda hacerse en el futuro para mejorar las condiciones, más bien que resucitar viejos incidentes que pueden haber suscitado la cuestión. Ya que, con ello, no se ganaría nada, y se puede perder mucho, atribuyendo al consorte mala voluntad para resolver el problema o acusándolo de obstinación porque no vea las cosas en forma idéntica.

Se debe de procurar y tratar de llegar a un entendimiento, aunque sea parcial y en un solo punto. Si se logra dar por concluida la conversación creyendo que algo se ha ganado con ella, quedará abierta la puerta para futuras pláticas y ulteriores progresos.

Pero ¿Qué hacer si fracasan estas maneras de abordar el problema y aumentan los síntomas de peligro hasta constituir una amenaza real para la felicidad del matrimonio? En ese caso podría acudirse a una guía exterior. Ya sea consultando al sacerdote encargado de la iglesia o templo donde regularmente se asiste o a un consejero especial de matrimonios católicos, generalmente se podrá obtener una perspectiva útil.

Porque a menudo, un marido o una mujer permanecen ciegos ante los factores que producen el caos en el matrimonio y que a un observador experimentado le sería fácil descubrir desde fuera. Si es posible, marido y mujer deben visitar juntos al consejero.

Hablando con ambos, éste les puede proporcionar aspectos que les hagan comprender la verdadera naturaleza de la dificultad, y si ambas partes quieren realmente eliminar los factores de dolorosas desavenencias, el consejero generalmente podrá sugerir una transacción efectiva. En casos extremos, puede necesitarse la ayuda del siquiatra.

Algunas diócesis católicas han creado tribunales de conciliación para matrimonios, donde se alienta a las parejas agraviadas a ventilar sus problemas bajo la guía de experimentados consejeros.

Gracias a estos tribunales, se ahorra a los casados cantidad de miserias futuras sobre la tierra y tal vez la condenación eterna, y los hijos que de otra manera hubiesen podido crecer sin el cuidado espiritual y físico adecuado, ganan la oportunidad de llevar vidas normales de santidad y felicidad.

Los beneficios que esto presupone, no sólo a la familia en cuestión, sino también a la sociedad en general, difícilmente pueden calcularse. Todo lo que se requiere es la buena disposición de ambos consortes a discutir sus problemas con calma, y cuando un observador imparcial haya señalado el defecto, se debe de estar dispuestos a enmendar sus vidas en lo que sea necesario.

Cuando sobrevienen crisis en el matrimonio, que aparentemente parecen insolubles, hay que tratar de hacer servir los sufrimientos para perfeccionar la confianza en Dios y la aceptación de su Santa Voluntad. Como cristianos, queremos recordar que Jesús no prometió que no estuviésemos obligados a llevar una cruz. Al contrario, nos invitó a cargar la propia cruz y a seguirle.

Por último, la promesa que cada uno de los contrayentes hizo el día de la boda “para lo mejor o para lo peor”, claramente preveía que podían venir días en que se pondrían severamente a prueba la fe y la fortaleza del matrimonio. Sin embargo, los casados cuentan con la promesa de Cristo Nuestro Señor de que cualquier cruz puede soportarse si no nos falta Su ayuda.

En el siguiente escrito se va a tratar otro medio de ayuda en la resolución de los conflictos de pareja, como es: “Cómo discrepar del consorte”.

La mayor parte de este escrito fue tomado del libro: “Manual del Matrimonio Católico” del Rev. Padre George A. Kelly.

Mons. Martin Davila Gandara
 


SIGNS OF A MARRIAGE IN DANGER II

This writing is the second part of the article about the signs of a marriage in danger.

Let us remember that many marital conflicts begin with apparently innocent divergences, but, whenever the spouses fail to solve them quickly appealing to mutual understanding and consideration, the quarrels continue to increase until one day they face a major problem that entails catastrophic consequences both for the spouses and for their children.

Further signs of endangered marriages are the following.

DIFFICULTY TO HOLD A SERIOUS CONVERSATION

This is what psychologists call “communication crisis”. Normally one of the spouses gradually loses interests in the partner’s problems, feelings, and opinions. Consequently, the sense of unity of marriage no longer prevails.

It is impossible for a human being to obtain a total knowledge of another human being, since all of us have fears and hopes which are kept in secret. Some people can be naturally cagey about physical problems, intimate relations or money issues.

One may say that said cautions are normal in any marriage, but they should reduce and not increase with time; otherwise, the spouses would not be complementing each other and there would certainly be an obstacle to their happiness.

Among the causes of communication decay, we can find a busy husband who fails to listen his wife’s worries about their home and children; a wife unwilling to listen her husband’s problems regarding his job or who takes sides for the boss; a lack of communication due to the risk of starting violent discussions on subjects such as politics.
Sometimes a nervous wife tries to talk to her husband about her fears regarding her health, but her husband mocks at her and refuses to show the sympathy that she is clearly seeking. Likewise, a husband may try to be sweet with his wife and get back mockery and disdain.

A sincere conversation between spouses is slowly developed in two phases. Once, a husband got passion for photography, a reasonable and healthy hobby. Everything was fine until he was simply unable to enter a photography store without buying something, he turned his basement into a magnificent studio and made constant upgrades to his equipment.

He was a fireman and his salary was modest. His wife thought that he was spending too much on his hobby and that he was neglecting some of the home expenses. So, she tried to give the first step towards establishing communication by expressing her opinion that he should spend less money on his hobby. The husband then got angry and said that she was nobody to tell him how to spend the money that he earned.

Obviously, the disagreements went on and, in this way, the first phase of the couple’s communication was broken. Ever since, they were unable to stop the quarrels about money.

Harsh quarrels started to take place because the kids needed clothes, the house needed to be painted and the kitchen floor, refurbished. The husband, insensitive as he remained, rarely was not seen with a new purchase in his study on payday.

As the woman noticed that she arrived nowhere by fighting, she decided to keep silence, but every time that she had to make efforts to save some cents in the grocery store, she started to hate his husband because of his selfishness.
Little by little, talking to him about anything regarding their marriage became so difficult that a silence wall divided them and so, the happiness they dreamed of together finally vanished.

Such cold war environment also produces cruelty, desolation and adultery.

What is it that makes so difficult to communicate? Maybe the inability to discuss issues without resentment. Every couple should learn to settle their differences pacifically.

If you detect any sign of danger, please read another article that I am about to publish entitled “How to disagree with the partner”.

The happiness of any marriage is to be based upon a true and virtuous love, respect and mutual sacrifice; otherwise, it is very easy to be selfish and selfishness is the antithesis of true love.

True love further implies a spiritual life. To neglect this spiritual life or to fail to put it into practice makes it impossible to fix the existing problems. Love should find its foundations in the virtues that conserve it and sublimate its condition. The absence of said virtues mines the foundations of marriage.

It is thus necessary to remember Saint Paul’s words referring to the fraternal charity: “Charity is patient and kind. It does not envy, it does not boast, it is not proud; it is not self-seeking, it is not easily angered, it admits no temerarious judgment; it does not delight in evil but rejoices with the truth; it bears all things, trusts all things, endures all things”

Charity is perennial and nothing can erase it, not even time or death. Charity entails tender sacrifices and prolonged patience. Without Charity, we are nothing but “sounding brass and clanging cymbal.”

Only charity can reveal any inconvenience, because whenever education oversights the practice of virtues, sacrifices, humbleness and self-renunciation, it will be useless to try to fix the conflicts that may have arisen.

SCARCE NEATNESS OF ONE OR BOTH SPOUSES

Young people seek to give the best impression, by natural instinct, on the boy or girl they are trying to court. At this stage, no neatness measure would be considered as exaggerated in order to appeal the other.

Once married, however, neatness can be easily neglected. Rare is the marriage that keeps intact the charm, splendor and romance of the honeymoon. It is inevitable, but both spouses should try to keep appropriate standards of neatness and decency.

A LAZY AND INDIFFERENT HOUSEWIFE

Although the types of housewives vary considerably, a great number of housewives do their best to keep their house presentable. There are perfectionists housewives who cannot tolerate a slightly dirty rug, while another is likely to leave the breakfast dishes unwashed until the afternoon. Nonetheless, either can have an equally happy marriage.

Unfortunately, a visible drop in the order standards of a housewife may be a sign of alert. A woman who is normally ordered and suddenly becomes untidy may be asking herself “What is the sense of complying with my obligations?” Behind her change, there may be a conflict due to a feeling of being ignored by her husband.

A woman in love with cooking who suddenly quits preparing the dishes that his husband likes, reveals an intimate marital disappointment.

An interesting study of the American Association for the Advancement of Science, found out that often wives express their deepest feelings to their husbands through food.

A resentful wife may start serving overcooked vegetables, uncooked or burned meat, too-easy-to-prepare desserts. (Note: Sometimes even the most affectionate wife is not able to prepare a meal as good as other times. The study does not focus on those occasional cases, but in a persistent indifference regarding the food she cooks).

Another survey displayed that the time and thinking that the wife dedicates to cooking is directly related to the happiness, security and love that her partner fills her with.

Like the other symptoms of marriages at risk, untidy houses and neglected food tend to aggravate under casual conditions. Every husband wishes to arrive to a comfortable environment after work; if there is no such thing, there may arise the temptation to spend his leisure time elsewhere.

LESS SATISFACTORY INTIMATE RELATIONS

The marital sexual act is the expression of mutual love and consideration. In a normal marriage, the satisfaction of both spouses after the physical communion should increase along with understanding, adaptation and connection of their needs.

Unless there is an underlying physical condition, a decrease in pleasure related to the conjugal act may indicate that there are other pressures and problems.

As everybody knows, emotional wellbeing is essential for the sexual act. An upset woman may be able to conceal his feelings in certain occasions, but when it comes to the conjugal act, such feelings are likely to make it far from enjoyable. What people may erroneously call “the marital bed revenge” is a real sign of underlying tension and frustration regarding other aspects of the domestic life, and may further reveal past emotional conflicts that remained unsolved. Unless everything of this finds a solution, the marital relations will not settle.

INCREASING MONEY ISSUES

All marriages do have financial problems. What really matters is not the presence or lack of money but the attitude of the spouses towards wealth.

The exemplar life of millions of Catholics in the past and in the present, probe that an emotionally mature couple, that is, trustful of their mutual love, can overcome any financial storm. Therefore, money issues are not usually behind the domestic conflicts.

In fact, disputes because of money are almost always an external sign of deeply rooted frictions generally attributable to the selfishness of one or both spouses.

UNEVEN COOPERATION

“Is it fine that my husband goes out one night with his friends?” A question often asked by young wives. Many priests expert in marriage matters would answer that one night out, regardless of who it is that goes out, the wife or the husband, can seldom be considered as the origin of a marital problem.

Nonetheless, a constant desire to get out of their house is certainly a sign of danger, especially if he or she are aware that behind the wish to get out there is an urge to run away from the partner. The urge to have fun without the spouse has been called “psychological desertion.”

As an example of this, we can take those cases in which the husband devotes himself to a hobby. To this, a wife’s reaction can vary depending on the motives that she perceives behind such behavior.

Let us analyze two different cases. First, a husband that has a passion for playing golf spends the whole weekend in the golf course, while his wife shrugs her shoulders and accepts it with humor. Second, a man that disappears in the basement studio every single night and joins his wife until bedtime, causing her to be really angry about this hobby.

In the first case, the wife recognizes that the enthusiasm of her husband obeys to a genuine interest in the sport; meanwhile, the second wife has a strong suspicion that her husband hides in the basement to avoid her.

It is normal for a wife to feel disregarded when the husband starts seeking fun outside their home. She has the right to ask some attention to her husband during leisure time. She wants to be sure that if he had to choose, he would choose her over other interests and hobbies.

If a woman complains that his husband is paying too much attention to a hobby, he should really take it into consideration, for such a complaint could be legitimate. He should ask himself the following: “Why exactly have I devoted myself to this hobby, sport or activity? Am I doing it because of a healthy interest or because I am trying to avoid my wife?”

“Am I seeking on purpose activities that exclude her?” For example, hunting offers a variety of emotions for sportsmen, but it is more of a male sport and some find that being away from home is the main advantage of this activity.

“Did I know in advance that choosing this activity or sport would annoy her?” A married man can easily foresee his wife’s reactions. If he keeps going out at night even when he knows that she dislikes his friends, he may be unconsciously using this method to avoid her.

If a man answers “Yes” to one of these three questions, he should start thinking of what his actions could bring him in the future. A selfish behavior and persistence in activities that annoy his wife, can entail a major responsibility for him in case the marriage collapses.

EXCESSIVE INTEREST IN THE OPPOSITE SEX

Married men and women can be kind with the opposite sex, but “innocent flirting” must be regarded with extreme caution. If one of the spouses shows an excessive interest in the opposite sex, he or she is probably seeking to satisfy a deficiency in his or her marital life.

The reasons may be a lack of excitement, need to stand out and feel attractive, or an unrecognized emotion.

In any case, this “innocent flirting” can have disastrous consequences and end in adultery.

FEELING SUPPLANTED BY ONE’S CHILDREN

When an immature man gets married, he is not seeking a wife but a mother that devotes herself to him. When it is time for children to arrive, the man feels threatened. He is as jealous as a child when a little brother is born. Some women also feel resentful when they think that their child has taken away the partner’s love for them.

Parents jealous of their children are often very young and have little or no control of their emotions. Once, a couple aged twenty got married and they had a baby one year later. The husband never really overcame the separation from his mother and he wanted exclusive attention from his wife.

After his son was born, the reaction of his wife was completely natural, she gave the baby all the love and the attentions that he needed, but the man simply could not stand it. Soon he started to spend his nights outside with his old friends and was not seen at home.

Then, a priest from the local church helped the husband overcome his immaturity and, in this way, he spared the couple further damage. Any parent who may feel jealous of his or her own children should ask for expert advice, because no marriage can thrive while undergoing such immaturity.

INDIFFERENCE TO THE SPOUSE’S DISPLAYS OF AFFECTION

Just married couples normally spend many hours together, holding hands and showing affection in many ways. It is obvious that the honeymoon does not last forever and that the everyday chores and work make it difficult to display affection all the time.

Shows of affection are always present in a healthy and normal marriage, though. If a husband forgets to kiss his wife when leaving or returning home, he may be absorbed by an important matter. Such slips do happen occasionally in every marriage, but when they happen on a regular basis, they can easily become risky habits.

Love does need displays of affection and it risks to die when they disappear. Besides not kissing nor caressing during the day, other signs that suggest a lack of interest or negligence towards the partner are: forgetting to say “please” and “thank you”, being discourteous, and acting ungentlemanly.

Gallantry, understood as gentle and tender manners, is essential for marriage. Rarely does a marriage experience serious difficulties, when such manners are cultivated.

EXCESSIVE GAMBLING

Most of the times, gambling is an innocent act. It is probable that every husband and every wife have gambled at least once in their life. It may involve a small amount of money spent on the lottery or in the horse races.

Taking gambling for a hobby does not constitute a sin per se. However, spending the money that would otherwise be used for the essential needs of the family does become a sin and a danger for any marriage.

Like other vices, gambling does not become an absorbing bad habit overnight. There are several warning signs that include an increasing concern about casino games, horse races and other betting sports, a decreasing sense of responsibility towards family, and, the inability to run away from the temptation of gambling hoping to get easy money.

A responsible person should definitely make a clean break with gambling once that he or she becomes aware of their weakness.

A GROWING CONCERN OVER THE PARTNER’S BECOMING A BURDEN

The normal expectations are that the wife of a successful businessman will be a good hostess, a good conversationalist, a cocktail party addict, and a beautiful woman. Seldom will she be judged in spiritual and affective terms as a wife and mother. The first thing to take into consideration is if she is capable of helping his husband to look after his guests.

This tendency to value the wife’s business ability has caused that many husbands complain when they ascend in their professional career and their wives do not keep up.

Plainly, wishing to transform a wife in a business assistant is a perversion opposite to the Catholic principles of marriage.

There are women that have strong ambitions, especially of social nature; which constitute a source of divergence when their husbands do not agree with their wish to stand out.

Once, there was a happy carpenter who, for fifteen years, attended boxing and fighting shows every Friday night. His wife went with him almost always, she enjoyed the fights and they shared their comments during the week.

He was a building contractor who became rich after a good streak at work. They moved home to an exclusive residential area, the bought a brand-new car and started to be in fashion. The wife immediately wished to scale the heights of society. She entered a Women’s club, attended art lessons and symphonic orchestra concerts. It was then that she started to criticize his husband’s old hobby of watching “tacky” sports.

After some years of increasing exasperation, the wife understood that his social aspirations were not only unilateral but also a potential cause of serious damage to her marriage; so, she decided to accept his husband the way he was as well as his hobbies.

If one of the spouses considers that the other is making good progress in something, there must be a reasonable negotiation. But no husband should charge his wife with the responsibility of his success in business.

On the other hand, a wife loyal to her husband should be encouraged to treat kindly his associates, to dress properly, and to show discretely how well they get along. She should always be willing to be up to date in the business matters in order to have an interesting conversation.

The husband, instead, should tolerate or even encourage the wife’s desires to improve. For instance, he could try to set aside his prejudices against cultural hobbies like music, literature or painting, and he may even find that he likes them too or that he can tolerate them occasionally.

BOREDOM IN THE PRESENCE OF THE SPOUSE

Sometimes a couple’s life becomes tedious because either the man or the woman do not make life interesting to the other. This situation is typical of a couple’s relationship based on carnal or sexual matters. After a passionate beginning, the physical adventures are less and less frequent until the interest in the relationship disappears. The birth of a child, in these cases, represents a special blessing because the spouses share a common interest.

When a spouse feels awkward in the presence of the other, it may be because he or she is perfectionist (perfectionism is a fault, not a virtue) and seems to be eager to criticize the partner at the slightest opportunity. Plus, the person that behaves like this may even have his own defects; in fact, he or she may not be perfect at all.

If the spouses realize that their personalities clash more than usual, they should make an objective analysis of the causes. Upset and bored spouses who feel awkward are more at risk of getting involved with vices such as drinking, gambling, and extramarital relationships.

This is the end of my analysis regarding the signs of a marriage in danger. Below, I am going to expose the means to solve said conflicts successfully.

HOW TO TREAT THE SYMPTOMS OF DANGER

In the first place, let us make clear that no marriage is perfect; therefore, one may discover one or more of the aforementioned symptoms in any relationship. Unless any of these symptoms persist and cause major worries, they should not arise further concerns. However, each spouse is responsible for correcting his own faults.

Once that the problem has been identified, the next thing is to figure out the causes asking the grace of God to see them clearly.

As they make such analysis, they should seek to understand each other’s feelings, worries and needs. Take into consideration that sometimes the complaining party turns out to be the responsible of the whole problem, and other times, the negative attitude of one partner is a reaction against a particular behavior of the other, or else the complaining partner may have provoked, at least in part, the faults of the other. Few marital conflicts are due exclusively to one of the parties.

When it comes to settling arising problems, the sooner the spouses react, the better. Giving in to rage or anger should be avoided under any circumstances.

The correct way to deal with problems is to choose an appropriate moment, preferably when there is plenty of time to talk without hurries.

Criticism should always be constructive, that is to say, aiming to improve future conditions and not to recall old quarrels, which would actually cause even more trouble.

Each spouse should do his best to understand, at least partially the other’s point of view. It is fine to end the conversation when you believe that you have arrived to an understanding on at least one point. Don’t worry, one thing at a time is fine. Further progress may be expected from future conversations.

What to do when these attempts to settle problems not only fail but also make them worse? If any essay to solve the problem represents a new threat to the marriage happiness, asking the help of a counselor would be a prudent measure. A useful perspective may be obtained from the catholic priest of the local parish or a catholic expert in marriage.

An outside opinion is useful because often, both husband and wife are blindfolded and they simply cannot see the causes of the chaos they are living. Instead, an outside observer with experience will easily find the origin of the conflict. Preferably, husband and wife should visit the counselor together.

As the counselor talks with both of them, he can provide objective elements to judge the true nature of the problem, and, when both parties are willing to settle their differences, the counselor will suggest the terms of the settlement. In extreme cases, psychiatric help should not be dismissed.

Some Catholic dioceses have created courts of marriage conciliation in order to encourage couples in trouble to tell their problems under the aid of an experienced counselor.

Thanks to these courts, married people are spared a great number of miseries on earth and even eternal condemnation. In addition, the children that would otherwise have grown without spiritual and physical attention, lead normal and happy lives pursuing sanctification.

The benefits that these measures entail both for family and society are incalculable. All that is needed is the good will of the spouses, their disposition to thoroughly discuss their problems and to accept their faults when an impartial observer points them out.

Marriage crises that may seem impossible to solve should help us Christians perfect our trust in God and the acceptance of His Divine will. Have in mind that Jesus exhorted us to carry our own cross in order to follow Him.

Finally, bear in mind that the promise that the spouses made on their wedding day, “for better or for worse”, foretold the coming of hardships, and confirmed them the promise of Our Lord Jesus-Christ who said that with His help, no cross would be unbearable.

Our next article will deal with other actions that can be taken to settle conflicts between spouses: “How to disagree with the partner”.

This article is mainly based on the book “The Catholic Marriage Manual”, by Reverend Father George A. Kelly

Yours sincerely in Christ
Mons. Martín Dávila Gándara
Bishop on a mission
Comments: obmdavila@yahoo.com.mx


SEGNALI DI PERICOLO NEL MATRIMONIO PARTE II

Con questo scritto, si vuole dare continuità all’articolo precedente sui segnali di pericolo nel matrimonio.

Dobbiamo ricordare che gran parte dei conflitti matrimoniali iniziano a partire da divergenze apparentemente senza importanza. Se i consorti non riconoscono in tempo queste differenze e non cercano di risolverle a breve, mettendo in gioco la loro comprensione e considerazione mutua, i sintomi continuano a moltiplicarsi finché non scoppia una catastrofe con delle conseguenze terribili tanto per gli sposi quanto per i figli.

-Ecco i dettagli e segnali di pericolo nel matrimonio:

MARITO E MOGLIE SI TROVANO SEMPRE PIÙ IN DIFFICOLTÀ A SOSTENERE UNA CONVERSAZIONE.

Questo fenomeno viene denominato in psicologia come “crisi di comunicazione”. Si tratta di un segnale che indica che almeno uno dei due coniugi ha perso l’interesse che aveva prima riguardo ai problemi, ai sentimenti e alle opinioni dell’altro. È così che viene annientato il senso di unità nel matrimonio.

È impossibile che un essere umano conosca pienamente un altro; dato che tutti abbiamo intimi timori e nutriamo speranze che non riveliamo a nessuno. Forse perché, siamo reticenti di natura quando si tratta di qualche problema fisico, di relazioni intime oppure di soldi. Questa riserva è da aspettarsi in qualsiasi matrimonio, ma, se al posto che diminuire col passare del tempo, essa aumenta , allora è segnale che il matrimonio ha smesso di avere la compenetrazione necessaria, essendoci un vero e proprio ostacolo contro la felicità.

Il deterioramento della comunicazione di coppia può risultare dal fatto che il marito è sempre occupato, e presta pertanto poca attenzione alla moglie riguardo ai problemi che ella affronta quotidianamente coi bambini ; un altro esempio, quando la moglie non ascolta il marito mentre egli racconta le difficoltà che trova in ufficio , o quel che è peggio ancora, quando lei ha l’abitudine di mettersi dalla parte del capo, oppure quando entrambi non riescono a parlare di temi quali la politica, senza essere sempre in violento disaccordo.

Qualche volta se la moglie è apprensiva e cerca di parlare col marito su certi problema di salute ; il marito tende a ridicolizzarla e non riesce a darle la comprensione e conforto di cui ha bisogno. In altre occasioni, il marito cerca di esprimere i suoi sentimenti di affetto e la moglie indaffarata come al solito, ride e l’oltraggia.

La conversazione franca in un matrimonio è bidirezionale e si sviluppa in diverse fasi. Un uomo era appassionato di fotografia, il che era un hobby sano e ragionevole. Tuttavia, non riusciva a passare davanti ad un negozio di articoli fotografici senza comprare qualcosa. La sua cantina presto diventò il suo studio personalizzato di fotografia, un posto ben equipaggiato e costantemente aggiornato con nuovi articoli all’avanguardia e sempre più cari.

Lavorava come pompiere e aveva un modesto salario, la moglie considerò che egli spendeva troppi soldi per via di questa sua mania, soldi che avrebbero potuto essere impiegati per le cose necessarie di casa.

Il primo tentativo della donna fu quello di parlare apertamente col marito comunicandogli questo suo pensiero e suggerendogli di spendere meno in quelle cose. Il marito rispose molto arrabbiato, facendo capire alla moglie di non aver nessun diritto ad intromettersi sul modo in cui egli doveva spendere i soldi che aveva guadagnato.

La dissensione di opinioni continuò , per cui si avviò la prima fase di rottura nella loro comunicazione. A partire da quel momento, gli sposi cominciarono a discutere in continuazione sulle spese effettuate.

Litigavano quando i bambini avevano bisogno di vestiti, quando c’era bisogno di imbiancare la casa oppure se c’era bisogno di sostituire il pavimento in cucina. Ma il marito sembrava impassibile; raramente tornava a casa il giorno di paga senza un pacchetto con dentro un suo nuovo acquisto.

Quando la moglie capì che le lamentele non sortivano alcun effetto, decise di rinchiudersi nel suo silenzio. Ma ogni volta, la donna si vedeva obbligata ad andare a diversi supermercati per andare a caccia dell’offerta più conveniente e risparmiare qualche spicciolo per gli alimentari, e arrivò così il momento in cui lei sentiva disprezzo nei confronti del marito per il suo egoismo.

Poco per volta è diventato sempre più difficile trattare argomenti matrimoniali col marito. Si alzò un muro tra loro, ciò rappresentava la distruzione della felicità che avevano sognato.

In questo ambiente di guerra fredda si sviluppano tensioni che portano alla crudeltà, all’abbandono e all’adulterio.

Prima di arrivare a questi livelli è necessario considerare, che la incapacità di comunicare deriva dal fatto che spesso i coniugi non riescono a discutere su niente senza rancore, ogni coppia dovrebbe imparare l’arte di dirimere divergenze in modo pacifico.

È molto importante riflettere sul fatto che, per raggiungere la felicità nel matrimonio, è indispensabile avere un amore genuino e virtuoso, basato sul rispetto e sul mutuo sacrificio; perché, quando una delle parti non capisce questo , facilmente si cade in egoismi che sono l’antitesi dell’amore vero.

L’amore vero presuppone una vita spirituale. Quando questa vita spirituale non è stata inclusa nel pensiero e non è entrata a formar parte né a regolare la vita di coppia, risulta impossibile restaurare ciò che è stato rotto. L’amore deve essere intriso di virtù che lo facciano preservarsi ed elevarsi. Quando manca la virtù mancano le fondamenta dell’edificio coniugale.

Per raggiungere la virtù nel matrimonio, è necessario seguire ciò che San Paolo definisce amore vero in quanto Carità Fraterna “Quella carità che è paziente , dolce, benefica ; quella che, non è né invidiosa né precipitosa, non si gonfia d’orgoglio, non conosce il disdegno, e nemmeno guarda ai propri interessi egoisti; non si arrabbia né bisticcia ; non ammette giudizi temerari; quella che, cerca sempre la giustizia e la verità, resiste a tutto , tutto crede e tutto spera e soffre”.

Questa carità di teneri sacrifici e pazienza prolungata è perenne , pertanto, non riusciranno a cancellarla la vecchiaia neppure la morte. Questa carità senza la quale non siamo altro che piante senza fiori e alberi senza radici.

Questa virtù, è l’unica che può eliminare gli inconvenienti. Laddove non vi è un’educazione a base di virtù praticate coerentemente, oppure dove non si ha un’idea su cosa siano il sacrificio l’umiltà e la rinuncia di sé; sarà inutile pretendere di risolvere i problemi emersi.

UNO DEI CONIUGI, OPPURE ENTRAMBI, TRASCURANO L’ ASPETTO FISICO.

Tutte le persone giovani cercano di causare la migliore impressione sulla persona che stanno corteggiando, questo per istinto naturale. Pertanto, è probabile che i fidanzati tendano a sistemarsi anche fin troppo per attrarsi reciprocamente.

Una volta sposati questo dettaglio spesso viene trascurato, sono l’eccezione i matrimonio che riescono a conservare tutto l’incanto , splendore e romanticismo della luna di miele. Questo fatto è inevitabile, ma entrambi i coniugi devono procurare in tutti i modi di mantenere un elevato livello di igiene personale e di vestire con buon gusto e decenza.

LA MOGLIE CHE DIVENTA UNA CASALINGA INDIFFERENTE E TRASCURATA.

Sono molte le mogli che vogliono mantenere la casa in uno stato ragionevolmente presentabile . Nonostante ciò,i tipi di casalinghe variano considerevolmente. Una moglie perfezionista può non tollerare un po’ di polvere sul tappeto in soggiorno. Un’altra , invece, lascerà i piatti sporchi della colazione fino all’ora di pranzo. Tuttavia entrambe le mogli possono avere un matrimonio felice.

Il problema insorge quando i minimi livelli accettabili di pulizia per una casalinga diminuiscono o vengono trascurati del tutto, questo potrebbe essere un segnale di pericolo. La moglie che, una volta cercava di adempiere ai suoi obblighi in casa, improvvisamente diventa pigra , arriva persino a pensare: “ A cosa serve tutto questo?”, ritenendo i suoi sforzi inutili. È assai probabile che ci sia qualcosa a turbare il suo pensiero, forse si sente relegata, oppure non si sente apprezzata dal marito.

Se la donna prima era una brava cuoca e tutt’ad un tratto smette di preparare i piatti che piacciono al marito, ciò potrebbe essere un segno, seppure in modo involontario, della sua intima delusione matrimoniale.

Una ricerca molto interessante condotta dall’Associazione Americana per il Progresso della Scienza, rivelò che spesso le mogli impiegano le pietanze che preparano come mezzi per esprimere i loro sentimenti verso i mariti.

Una donna irritata dal marito è probabile che cucini verdure scotte , carne cruda oppure bruciata, e dolci troppo facili da preparare. Persino le mogli più amanti, si trovano talvolta poco disposte a preparare cibi gustosi come è il loro solito fare. Questa ricerca non si riferisce a questi lapsus sporadici , ma piuttosto ad un comportamento persistente e generalizzato di indifferenza da parte della moglie per quanto riguarda la preparazione del cibo.

Un’ intervista inoltre rivelò che il tempo e lo sforzo che la moglie dedica alla preparazione delle pietanze è direttamente proporzionale al grado di soddisfazione , senso di sicurezza e amore che il marito le fa provare.

Così come gli altri sintomi di un matrimonio in pericolo, la sporcizia in casa e delle pietanze fatte a malavoglia non fanno altro che accentuare le cause scatenanti che portano al fallimento. Tutti i mariti desiderano di trovare una casa ben curata quando rientrano da una giornata impegnativa al lavoro ; se la casa smette di essere un posto accogliente e tornarci produce ribrezzo anziché gioia, cominciano ad assalire allora tentazioni di passare i momenti di svago e riposo da un’altra parte.

I RAPPORTI SESSUALI DIVENTANO MENO SODDISFACENTI PER UNO O PER ENTRAMBI I CONIUGI.

L’atto maritale è primordialmente un’espressione di considerazione e di amore mutuo. In un matrimonio normale, la soddisfazione reciproca dovrebbe aumentare man mano che crescono tra i coniugi la comprensione, il mutuo adattamento e il mutuo adempimento dei bisogni.

Ameno che non vi sia una motivazione fisica di fondo, ad esempio, malattie , stanchezza oppure una grande preoccupazione, una diminuzione del grado di godimento nei rapporti sessuali è un indicatore che rileva l’esistenza di altri problemi e tensioni nel matrimonio.

Come abbiamo già visto in altre occasioni , l’armonia emotiva è essenziale nell’atto coniugale. Una moglie può cercare di nascondere i propri sentimenti in altre situazioni ma le sue vere emozioni saranno un ostacolo per la soddisfazione reciproca nei rapporti sessuali.

Ciò che erroneamente viene denominata la” resa dei conti” nei rapporti coniugali, è un vero e proprio segnale che dimostra la tensione e frustrazione presenti ugualmente in altre sfere della vita domestica, e finché questi problemi non vengono risolti , i rapporti coniugali non si aggiusteranno.

AUMENTANO I CONFLITTI SU QUESTIONI DI DENARO.

In tutti i matrimoni ci sono problemi di soldi. Ma più importante della presenza o mancanza di denaro è l’atteggiamento che assumono i coniugi riguardo ai beni materiali.

La vita di molti cattolici esemplari , in altre decadi e ancor oggi, dimostrano che le coppie dotate di maturità emozionale e sicure dell’amore mutuo, riescono ad andare avanti nonostante i problemi finanziari. Per cui, i problemi di soldi non sono di solito la causa della rottura di un rapporto. Quando iniziano gli screzi per questioni di soldi, essi sono anche sintomo di altri problemi e tensioni più profonde legate all’egoismo di una o di entrambe le parti.

MANCANZA DI COLLABORAZIONE

Una domanda che spesso viene formulata dalle mogli giovani : “è giusto che mio marito passi una notte fuori casa con gli amici? “

Molti preti esperti consiglieri matrimoniali risponderebbero che passare una notte fuori casa non dovrebbe costituire generalmente l’origine di un problema nel matrimonio.

Nonostante , esistono segnali di pericolo quando una moglie oppure un marito vogliono restare spesso fuori casa, soprattutto se lo vogliono consapevolmente per evitare di stare insieme al partner. Questo desiderio di sfuggire è conosciuto come “ diserzione psicologica”.

Sono frequenti i casi in cui il marito sembra assorto nella sua attività preferita . Le reazioni delle mogli sono variabili, dato che spesso riescono ad indovinare i veri motivi che celano i loro mariti.

Ad esempio, un uomo golfista, passa i weekend nelle piste da golf. La moglie alza le spalle e accetta di buon grado. Un’altro uomo scende tutte le sere in cantina e non raggiunge la moglie finché non è notte fonda ed è arrivato il momento di andare a dormire. La moglie si trova disgustata da questo hobby del marito.

Nel primo esempio, l’entusiasmo di un marito ha a che fare con la sua passione per lo sport. Nel secondo caso invece ci troviamo davanti ad una moglie insospettita dal comportamento del marito che sembra di trovare una scusa per stare lontano da lei il più possibile.

Quando il marito spende troppo tempo fuori casa a ricrearsi con le sue attività preferite, di solito la moglie si sente abbandonata . Ha il diritto di esigere dal marito attenzioni e tempo più di ogni altra cosa. Lei a bisogno di sapere che tra tutte le possibili scelte che il egli può fare per passare il suo tempo libero, lei è la scelta prediletta.

Se il marito riceve lamentele dalla moglie riguardo al tempo impiegato per gli hobby, egli dovrebbe farsi delle domande , quali: “Perché dedico così tanto tempo a questa attività?” “mi piace veramente, oppure è soltanto una scusa per allontanarmi da mia moglie?” “Cerco attività che la escludono a priori?”

Sapevo già, ancor prima di ricevere lamentele che mia moglie non sarebbe stata d’accordo? Un marito sposato da un po’ di tempo può prevedere quali saranno le reazioni della moglie, nella maggior parte dei casi. Se si tratta di passare qualche serata insieme a certe amicizie non gradite da lei, potrebbe cercare questo tipo di sotterfugio per rimanere fuori casa.

Se la risposta a queste domande è affermativa , il marito dovrebbe riflettere sulle possibili conseguenze di un tale comportamento , perché se dovesse continuare su questa strada egoistica , facendo tutto ciò che provoca disgusto alla moglie , molto probabilmente egli sarebbe il più colpevole qualora il matrimonio dovesse fallire.

MARITO O MOGLIE PRESTANO UN’ECCESSIVA ATTENZIONE AGLI INDIVIDUI DEL SESSO OPPOSTO.

Tanto l’uomo come la donna possono essere amabili con le persone del sesso opposto; questo viene denominato “flirt innocente” ma deve essere considerato con delle riserve. Un uomo oppure una donna che mostrano un interesse eccessivo nei confronti degli individui del sesso opposto evidentemente cercano di soddisfare qualcosa che manca nella loro relazione matrimoniale.

Forse manca eccitazione, vi è un forte bisogno di essere notati, di essere compresi dal proprio partner , oppure di sentirsi attraenti. Può darsi pure che l’uomo o la donna in questione non siano arrivati a raggiungere una maturità emotiva oppure che non siano capaci di vivere all’altezza degli obblighi che implica un matrimonio.

Ad ogni caso, se non si mette un freno al “flirt innocente”, esso potrebbe avere delle conseguenze disastrose, ad esempio, condurre direttamente all’adulterio.

UNO DEI CONSORTI PROVA RISENTIMENTO PER LE ECCESSIVE ATTENZIONI DATE AI FIGLI.

Quando un uomo immaturo si sposa, non cerca una moglie bensì una madre: alcune volte per farsi cullare e ottenere un’attenzione esclusiva. Quando i figli arrivano, un marito di questo tipo trova in loro dei rivali in affetto. Spesso reagisce ingelosito, nello stesso modo in cui reagisce un bambino quando arriva il fratellino.

Alcune donne risentono talvolta dell’amore che il marito dimostra al figlio o figlia, immaginando che in questo modo l’amore è stato a loro sottratto.

I genitori che si ingelosiscono dei propri figli sono spesso giovani e non sanno dominare le proprie emozioni. Una coppia di fidanzati ventenni si sono sposati e hanno avuto un figlio l’anno successivo. L’uomo in realtà non aveva staccato il cordone ombelicale dalla madre , per cui sentiva il bisogno di avere le attenzioni in esclusiva da parte della moglie. Quando il bambino è arrivato , la reazione della moglie è stata più che naturale. Ella diede al bambino tutte le attenzioni e le cure di cui aveva bisogno. Il marito non ha retto la situazione per molto tempo. Spesso gli si vedeva a passare le serate nei bar coi vecchi amici a spesso non rientrava nemmeno a casa.

In quella occasione, il prete della parrocchia a cui la coppia apparteneva è intervenuto ed è riuscito ad aiutare in modo che il marito acquisisse la sua virilità e maturità in tempo, evitando così danni più funesti per il suo matrimonio. Molti genitori con questo problema potrebbero ricorrere altrettanto al consiglio di esperti del settore , dato che nessun matrimonio può andare avanti con segni così evidenti di immaturità.

UNO DEI CONIUGI SI MOSTRA INDIFFERENTE ALLE DIMOSTRAZIONI DI AFFETTO.

Ai primi tempi della loro storia, magari marito e moglie passavano spesso il tempo assieme , mano nella mano e dimostrandosi l’affetto in tutti i modi possibili. Naturalmente, la luna di miele non può durare per sempre, e gli impegni quotidiani e le richieste delle giornate lavorative rendono difficile la pratica di queste effusioni.

Nonostante tutto, in un matrimonio sano e normale vi saranno sempre dimostrazioni di affetto. L’uomo che smette di baciare la moglie prima di andare a lavorare oppure quando rientra a casa, avrà sicuramente qualche grossa preoccupazione in testa. Questi lapsus accadono, probabilmente in tutti i matrimoni . Ma se si protraggono nel tempo, queste abitudini di trascuratezza possono diventare pericolose.

L’amore si nutre di queste dimostrazioni affettuose, altrimenti muore. La mancanza di coccole o di parole gentili quali “per favore” e “grazie” nei rapporti quotidiani , la mancanza di attenzioni e la negligenza nel condursi nei confronti del partner, suggeriscono che i consorti hanno perso l’interesse reciproco.

La galantería e cavalleria manifestata attraverso accorgimenti di cortesia e parole gentili e di tenerezza, sono aspetti che devono essere coltivati nel rapporto e che contribuiscono a rafforzare il legame , evitando così le rotture più gravi.

LA DIPENDENZA PER IL GIOCO D’AZZARDO: SE UNO DEI CONIUGI GIOCA ECCESSIVAMENTE.

Il più delle volte , il gioco è un’attività innocente e, probabilmente, tutti i coniugi hanno giocato almeno una volta nella loro vita . Il gioco può rappresentare qualche euro in più al gratta e vinci oppure qualche soldo alle scommesse delle corse dei cavalli.

Quando il gioco d’azzardo è un’attività ludica sporadica, oppure, quando i soldi spesi non vengono sottratti dal portafoglio delle necessità basiche di famiglia, allora il gioco non costituisce di per sé un’attività peccaminosa. Tuttavia, esso può diventare peccato e rappresentare una minaccia al matrimonio quando si arriva all’eccesso e vengono buttati via i soldi necessari per coprire le spese essenziali.

Così come accade con gli altri vizi, il gioco non diventa una pericolosa abitudine in uno sbattere d’occhio. Prima di arrivare agli eccessi si avvertono dei segnali quali: una preoccupazione crescente per i giochi da casinò , corse di cavalli, ecc., la diminuzione del senso di responsabilità nei confronti della famiglia e finalmente , l’incapacità di resistere alla tentazione di scommettere tutto con la speranza di vincere e di cumulare la maggior quantità di ricchezza nel minor tempo possibile.

Una persona consapevole di tutte le responsabilità che ha nei confronti della sua famiglia, farà bene a estirpare dalla radice tutti i giochi d’azzardo , se dopo aver analizzato il proprio comportamento capisce che ha oltrepassato il limite di ciò che è ragionevole e normale.

IL MARITO OPPURE LA MOGLIE TEMONO CHE IL PARTNER DIVENTI UN OSTACOLO.

Spesso ci si aspetta che la moglie di un uomo di successo sia una padrona che ospita con magnificenza, che sia in grado d’intraprendere una conversazione brillante , una donna a cui piaccia bere e che sembri sempre perfetta e sembri appena uscita dall’estetista. Raramente ci si pone la domanda sui pregi che lei possa avere come casalinga e madre di famiglia, e ancor meno ci si domanda sul suo stato spirituale e sentimentale: la prima considerazione che viene fatta riguarda il fatto che lei possa o meno essere all’altezza dei successi del marito.

Questa tendenza di valutare una persona sotto l’aspetto economico e degli affari , fa sì che gli uomini inizino a trovare sempre più difetti nelle loro consorti, man mano che salgono sulla scala sociale e crescono professionalmente; ameno che la loro moglie non vada a pari passo, fianco a fianco.

Naturalmente, volere fare della propria moglie un’assistente di affari è una perversione opposta agli ideali cattolici del matrimonio. Inoltre, molte mogli sono assai ambiziose , soprattutto per quanto riguarda la sfera sociale – e cominciano anche loro a trovare difetti ai mariti se non condividono la loro voglia di apparire in società.

Abbiamo l’esempio di un matrimonio tra un falegname felice e fortunato che durante i primi 15 anni di matrimonio, assisteva tutte le sere del venerdì insieme alla moglie agli incontri di boxe. Lei si divertiva guardando questi incontri e ne parlava col marito durante la settimana.

Egli era appaltatore , e man mano la sua attività nel settore delle costruzioni è cresciuta finché diventò ricco. La coppia si trasferì allora ad una zona residenziale più bella ,decise di comprare una macchina più cara ed entrambi iniziarono a vestire alla moda. Immediatamente, la moglie cominciò ad ambire una posizione sociale più alta. Entrò a formar parte di un Club Femminile, s’iscrisse a corsi d’arte, cominciò ad assistere a concerti sinfonici e iniziò a criticare il marito ed il suo gusto per gli sport “volgari”.

Dopo diversi anni di litigi e arrabbiature sempre in aumento, la donna capì che le sue ambizioni e aspirazioni sociali erano soltanto a senso unico e che a lungo andare avrebbero portato all’esasperazione del marito , e dato che era una donna prudente decise di accettare il marito così come era.

Ogni qualvolta una delle parti abbia la sensazione che l’altro stia facendo dei progressi notevoli sotto determinato aspetto , deve cercare di arrivare a una negoziazione ragionevole. Comunque sia, nessun marito deve aspettarsi che la moglie porti sulle spalle la responsabilità del successo dei propri affari.

D’altro canto, il senso di lealtà, dovrebbe in maniera naturale indurre la donna a comportarsi in un modo gentile verso i soci del marito, a vestire in maniera adeguata e a far trasparire la sua allegria collegabile al legame di coppia.

Altresì, dovrebbe essere disposta ad informarsi e ad aggiornarsi sugli avvenimenti recenti per riuscire ad essere in grado di sostenere una conversazione intelligente.

A sua volta, il marito dovrebbe tollerare, anzi incoraggiare, gli sforzi della moglie per migliorare. Ad esempio se egli cerca di intraprendere qualche attività ludica,artistica o hobby, dovrebbe cercare il sostegno della moglie, oppure se scopre che è il contrario, dovrebbe cercare di accompagnare la donna, almeno qualche volta.

UNA DELLE PARTI SI ANNOIA E TROVA SCOMODA LA PRESENZA DEL PARTNER.

Sembra che alcuni rapporti appassiscano soltanto per via del fastidio che uno dei coniugi prova se il partner non riesce a rendergli la vita interessante a sufficienza. Ciò accade spesso quando il rapporto della coppia è basato principalmente sul piano sessuale-carnale. Dopo i primi mesi di avventure , l’interesse mutuo nella coppia diminuisce inevitabilmente. L’arrivo dei figli potrebbe rappresentare una benedizione e un mezzo per imparare l’altruismo in situazioni del genere.

Quando marito o moglie si sentono a disagio, potrebbe essere anche sintomo di un eccessivo perfezionismo da parte di uno dei due. (il perfezionismo è un difetto, non una virtù) Un coniuge pignolo che cerca in ogni occasione uno sbaglio oppure un difetto da rinfacciare. Una persona del genere avrà anche lei sicuramente dei difetti e delle imperfezioni.

Nel momento in cui entrambe le personalità dei coniugi si scontrano , si dovrebbe cercare di analizzare le possibili cause. Perché il fastidio o il disagio sono le condizioni che portano più spesso verso la strada dei vizi e degli eccessi, del bere , del gioco d’azzardo e delle avventure extraconiugali .

Fin qui abbiamo analizzato i sintomi o segnali di pericolo nel matrimonio. A continuazione vedremo quali sono i rimedi e i mezzi per risolvere i conflitti.

COME TRATTARE I SINTOMI DI PERICOLO?

Innanzitutto ci tengo a precisare il fatto che non vi sono matrimoni perfetti, e pertanto si potrebbero trovare alcuni dei segnali di pericolo nella propia realtà coniugale. Quando questi sintomi non prendono il sopravvento né provocano altre inquietudini , non dovrebbero essere motivo di preoccupazione. Ma tutti i coniugi hanno il dovere di correggere i possibili difetti che potrebbero insorgere.

Una volta trovati i punti di rottura , si devono indagare le cause e situazioni che portano alle crisi, onde evitarle. Si deve chiedere aiuto a Dio per riuscire a vedere in maniera chiara questi fattori.

Mentre si analizzano i fattori, si deve cercare di capire i sentimenti dell’altra parte , i suoi impulsi e bisogni. Può darsi che il colpevole sia proprio colui o colei che si lamenta. Forse il suo atteggiamento fa sì che l’altro coniuge reagisca in modo impulsivo, può darsi che il coniuge lagnoso abbia contribuito, per lo meno, a creare la situazione di disagio. Sono pochi i problemi dei matrimoni ad essere occasionati da soltanto una delle parti.

Detto questo, e una volta individuato il problema, si deve cercare di ventilarlo il prima possibile, evitando di essere trascinati dalla collera il che potrebbe portare la discussione su altri piani. Per cercare una soluzione, è necessario scegliere un attimo di tranquillità in cui si dispone del tempo per parlarne serenamente e senza fretta.

Inoltre, il problema deve essere analizzato in maniera costruttiva- nel senso che dovrebbe considerarsi una soluzione, piuttosto che utilizzarlo come scusa per fare riaffiorare i vecchi screzi che hanno sollevato la situazione. Altrimenti, non sarà nulla guadagnato e si potrebbe finire per dare la colpa al partner , accusandolo di ostinazione e di chiusura mentale.

Si deve cercare di arrivare alla comprensione, perlomeno parziale. Se si conclude la conversazione con il senso di aver fatto un passo in avanti , le porte rimarranno in questo modo aperte a future discussioni e ulteriori progressi.

Ma, cosa si può fare se le misure correttive poste non fossero efficaci e se i sintomi di rottura aumentassero fino a diventare una vera e propria minaccia contro il matrimonio?, In questi casi si potrebbe ricorrere ad un’aiuto esterno. Sia dal prete di fiducia che da un consigliere cattolico esperto nel settore, si potrebbe trovare una prospettiva utile.

Perché spesso, un marito oppure una moglie , rimangono ciechi, non essendo in grado di vedere i fattori che hanno portato il caos nel loro matrimonio, e perché, un osservatore sperimentato riuscirebbe a farlo in modo molto semplice guardando la situazione da fuori.

Parlando con entrambi, il consigliere potrebbe riuscire a comunicarli quali sono gli aspetti da considerare per riuscire a capire la vera natura delle difficoltà emerse, e se tutti e due vogliono eliminare questi fattori di dolorose spaccature il consigliere in genere sarà in grado di suggerire una negoziazione efficace. In casi estremi, potrebbe essere necessario l’intervento di uno psichiatra.

Alcune diocesi cattoliche hanno creato degli appositi tribunali per la conciliazione dei matrimoni , dove si cerca di aiutare le coppie a ventilare i loro problemi sotto la guida di consiglieri esperti.

Grazie al lavoro di questi tribunali, si risparmiano molte miserie future agli sposi in questa vita e forse si riesce pure ad evitare l’eterna condanna; e i loro figli, che altrimenti sarebbero cresciuti senza cure spirituali e fisiche , guadagnano un’opportunità di condurre una vita normale di santità e felicità.

I benefici che ne derivano , giovano non soltanto alla famiglia in questione, ma anche alla società in generale , difficilmente si può valutare la loro portata. Tutto ciò che serve è la buona disposizione dei coniugi per riuscire a discutere sui possibili problemi con calma , se un osservatore imparziale ha già fatto notare un difetto , entrambe le parti devono essere disposte a modificare tutti gli aspetti della loro vita che siano necessari per correggerlo.

Quando arrivano i momenti di crisi in un matrimonio che apparentemente sembrano insormontabili , i consorti dovrebbero cercare di servirsi delle sofferenze come mezzo per perfezionare la loro fiducia in Dio e per accettare la sua Santa Volontà. È un dovere ricordare come cristiani che Gesù non ha promesso che le nostre vite sarebbero state prive di avversità. Anzi, tutto il contrario, ci invita sempre a prendere la nostra croce e a seguirlo.

Per finalizzare, vorrei soltanto ricordare che la frase che si pronuncia il giorno delle nozze: “nella buona e nella cattiva sorte” , chiaramente prevede dei momenti nella vita matrimoniale in cui la fede e la fortezza dell’unione sono messe alla prova. Nonostanti, gli sposi possono contare con la promessa del Nostro Signore Gesù Cristo, la quale ci assicura di uscire vittoriosi e di sopportare qualsiasi croce grazie al suo aiuto.

Nota: Se compaiono segni di rottura nel rapporto matrimoniale, è consigliabile leggere il prossimo articolo “Imparare a dissentire dal proprio consorte” (Titolo originale: Còmo saber discrepar del consorte”)-

In questo articolo, verrà analizzato un altro mezzo per risolvere i conflitti di coppia.

Questo scritto è stato tratto principalmente dal libro: “Manuale del Matrimonio Cattolico” del Reverendo Padre George A. Kelly.

Sinceramente in Cristo
Mons. Martín Dávila Gándara
Vescovo in Missione