SEMANA SANTA: TRIDUO SANTO III

Sábado Santo.

Jesús ha pasado toda la noche y pasará también todo el sábado en el sepulcro, custodiado por los soldados, sobornados por el Sanedrín para testificar contra su Resurrección.

La Iglesia está hoy toda absorta en ese hecho, y en virtud del decreto del 9 de febrero de 1951 de la Sagrada Congregación de Ritos, en el que se restituyó todo el rito de la Vigilia pascual a la noche del sábado al domingo, conforme al uso primitivo, todo el día del sábado lo dedica a conmemorar y venerar la muerte y sepultura del Redentor, a las que alude todo el Oficio del día.

Tal debe ser también la preocupación de los fieles por todo el Sábado Santo: meditar y venerar la sepultura del Redentor.

En el Sábado Santo, sólo reza el Oficio Divino, los fieles harán bien en asistir a él y en visitar en los templos el Santo Sepulcro, preparando sus corazones para la celebración pascual.

Vigilia pascual.

La Vigilia pascual, consta de los siguientes ritos: a) la Bendición del fuego nuevo, b) la Bendición del Cirio pascual, e) la introducción del Cirio, con la luz nueva, en el templo, y el canto del “Exúltet”, d) las lecturas bíblicas, e) la Bendición de la Pila bautismal, f) la Renovación de las promesas del Bautismo, g) la Letanía de los Santos, y i) la Misa solemne de “Gloria”.

La Bendición del fuego nuevo.

La Vigilia pascual comienza con la Bendición del fuego nuevo, el cual ha de encenderse por medio del pedernal para significar que Cristo, a quien el pedernal representa, es el origen de la luz, la cual ha de brotar de ese fuego bendito. Este rito puede hacerse o en el atrio o dentro del templo, pero cerca de la puerta, como pueda ser mejor visto por los asistentes.

Bendición del Cirio pascual.

Terminada la Bendición del fuego, el celebrante prepara el Cirio pascual trazando sobre él con un estilete una cruz, escribiendo con el mismo la primera y la última letra del alfabeto griego (Alfa y Omega) y los números correspondientes al año en que se vive, en esta forma y diciendo las palabras del caso.

Luego, se bendicen cinco granos de incienso (si no están ya benditos de otro año) y se los clava en el Cirio el cual se enciende con el fuego nuevo, y entonces, finalmente, es él bendecido con una breve fórmula:

Este Cirio, así con tanto cuidado preparado por el sacerdote y por fin encendido y bendecido, representa a Jesucristo Resucitado y recuerda a la vez a la columna luminosa que acompañaba y guiaba por la noche a los hebreos, a su paso por el desierto.

Los granos de incienso recuerdan por un lado las llagas del Crucificado y por otro los perfumes y ungüentos que prepararon las santas mujeres para embalsamar el cadáver de Jesús. Por eso va a ser el Cirio el blanco de las miradas y de los homenajes de los fieles cristianos reunidos esta noche en el templo para la Vigilia pascual, y su luz va a iluminarlo y alegrarlo todo y a todos.

Introducción del Cirio encendido.

En solemne procesión introduce el diácono en el templo el Cirio encendido, encendiendo con él, primero, el celebrante su propia vela; segundo, todo el clero, y tercero todo el pueblo y la luminaria del templo, inundándose así de la nueva luz, que simboliza a Cristo, todo el ambiente sagrado. A continuación, el diácono canta el “Exúltet”, previa incensación del libro y del Cirio, que ocupa un lugar céntrico del coro.

El Exúltet o “Angélica”, o más propiamente Precónium paschale o “anuncio pascual”, es un poema lírico dedicado a la luz y a la Resurrección de Jesucristo. Que está henchido de teología, acerca del misterio de la Redención.

Antiguamente (y también hoy, por fortuna), se procuraba hacer en este momento una muy profusa iluminación dentro del templo, para que los hechos concordasen con las palabras del diácono. Este Cirio quedará en el presbiterio todo el tiempo pascual, como testimonio de la Resurrección de Jesucristo.

Lecturas bíblicas

Como reminiscencia de la preparación doctrinal y bíblica que en la antigüedad se daba a los catecúmenos para el bautismo, en el nuevo rito de esta Vigilia pascual se han conservado cuatro de las antiguas lecciones o profecías del Misal romano, con sus tractos y las oraciones, correspondientes

Letanía, Bendición de la Pila bautismal y Renovación de las promesas bautismales.

Terminadas las lecturas bíblicas, se comienza con la Letanía de los Santos, la cual se interrumpe antes de “Propitius esto” para efectuar la Bendición de la Pila bautismal, en medio del coro, o, si el baptisterio lo requiere, en el baptisterio, después de la cual se hace la Renovación de las promesas del Bautismo, y se prosigue la letanía hasta el fin, enlazándola con los Kyries de la Misa.

La Letanía de los Santos y la Bendición de la Pila ya estaban en el anterior rito del Sábado Santo, mas no así la Renovación de las promesas del Bautismo, que ha sido introducida por primera vez ahora. Ésta, lo mismo que la Bendición de la Pila, se hace delante del Cirio pascual, como si fuera delante de Cristo, incensándolo previamente.

La Bendición de la Pila bautismal, que podemos d9ecir es el rito central de esta noche, es sumamente interesante y está llena de un rico simbolismo. Para expresar la infusión del Espíritu Santo sobre el agua bautismal, el celebrante sopla y alienta repetidas veces sobre ella y sumerge en la pila el Cirio pascual, pidiendo descienda con él en el agua “la virtud” del Paráclito. Reservada, luego, el agua necesaria para el uso del templo y de los fieles, a la que se destina para el bautismo se la mezcla con el óleo de los catecúmenos y el. Santo Crisma y se la guarda en el baptisterio.

Antiguamente se administraba en este momento el bautismo a los catecúmenos, que eran multitud, y luego se les confirmaba. Hoy, si se presenta el caso, se administra el bautismo, mas no la confirmación.

Misa de “Gloria”.

Se engarza con las Letanías de los Santos, cuyos Kyries finales reemplazan a los de la Misa. Los ministros usan ornamentos blancos. Al entonar el “Gloria”, rompen su silencio el órgano y las campanas, descórrense las cortinas moradas que cubren los altares, y el templo entero recobra el aspecto festivo.

Después de la Epístola hace su entrada triunfal en los oficios litúrgicos el “Aleluya”, que el celebrante y el coro cantan seis veces alternando. No hay Credo, Ofertorio, ni Agnus Dei, ni ósculo de paz, y también se han suprimido las Vísperas, que antes se intercalaban a continuación de la Comunión. Con el “Ite missa est” con el aleluya, terminan los oficios de esta “noche feliz”, los cuales son como la primera estrofa del himno triunfal de la triunfante y gloriosa Resurrección.

Se le ha restituido a esta Misa toda su solemnidad, sin suprimir ni el Credo, ni el Ofertorio, y colocando los Laudes al fin de la misma, como acción de gracias.

Por demás estará advertir que los qué asisten a esta Misa de media noche cumplen con ella el precepto dominical, y que los que en ella comulgan no pueden volver a comulgar el día de Pascua. Sin embargo, harán bien los cristianos en asistir a la Misa solemne del día, para santificar y distinguir al día más grande del Año litúrgico.

Todas estas ceremonias se celebran en la Templo de San Miguel Arcángel, C. Zootecnia 12001, Col. Granjas Universitarias de la ciudad de Chihuahua, para más informes al Tel 4341657.

Este escrito, en gran parte es extraído del libro: “La Flor de la Liturgia” 6ta. Ed.,1951.

Sinceramente en Cristo

Mons. Martín Dávila Gándara

Obispo en Misiones

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