Reflexiones sobre las uniones gay

El desorden social, como la violencia, aborto, uniones gay y la aberración de permitirles a estos adoptar hijos, es una lucha del bien contra el mal.

Si nos ponemos a pensar lógicamente y procuramos ser por unos momentos cuerdos y sensatos; llegaríamos a la conclusión de que todo este desorden que todos vemos; como la violencia en su máxima expresión, asesinatos de seres humanos inocentes e indefensos en el vientre de sus madres con el aborto, la aceptación legal de la uniones gay y aún peor, la aberrante permisión de adoptar hijos a éstas uniones en ciertos países, repito, llegaríamos a la conclusión de que todo esto no proviene del azahar o por generación espontánea.

Se logra percibir detrás de todo esto, una lucha del bien contra el mal, del reino espiritual encarnado en la verdadera Iglesia Católica Apostólica y Romana en contra del reino diabólico del mal, encarnado en un reino totalmente terreno y carnal que tiene su base en la independencia y desprecio del único y verdadero Dios, en otras palabras es como si resonara en nuestros oídos aquel grito del Luzbel en el cielo de “No serviré” con la clara intención de independencia y desprecio de Dios.

REFLEXIONEMOS SOBRE LAS UNIONES GAY

uniones_gay_1No existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia. El matrimonio es santo, mientras que las relaciones homosexuales transgreden la ley moral natural.

Los actos homosexuales, en efecto, «cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso».

En la Sagrada Escritura las relaciones homosexuales «están condenadas como graves depravaciones… (cf. Rm 1, 24-27; 1 Cor 6, 10; 1 Tim 1, 10). Los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados».

Sin embargo, según la enseñanza de la Iglesia, los hombres y mujeres con tendencias homosexuales «deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza.

Tales personas están llamadas, como los demás cristianos, a vivir la castidad. Pero la inclinación homosexual es «objetivamente desordenada», y las prácticas homosexuales «son pecados gravemente contrarios a la castidad».

Para seguir reflexionando un poco más sobre esta “aberración” realizada por ministros y legisladores de algunos países inicuos sobre la legislación de las uniones gay.

Voy extractar lo siguiente de un artículo escrito no hace mucho por el intelectual argentino Antonio Caponnetto llamado Bodas del Infierno.

En este mundo existe un orden natural. Su negación es una locura. La naturaleza es siempre la naturaleza, y aunque se la expulse por la fuerza, también por la fuerza sabe volver por sus fueros, porque es inderogable.

La perspectiva del género es un falso término que utilizan los legisladores liberales para encubrir con ropaje pseudocientífico lo que no se puede llamar sino como siempre se llamó: antinaturaleza.

No existen sino dos sexos, y si hoy supuestamente se pueden “construir” otros, como se pueden construir otras “familias”, ello no prueba que esto sea válido o deseable, lo único que prueba es el grado de descomposición moral a la que se ha llegado.

Las nuevas alternativas “nupciales” o “parentales” no demuestran los beneficios del relativismo ético imperante entre otras cosas porque:

1.-Los argumentos a favor del matrimonio antinatural, a la vez que chocan contra la estructura lógica del pensamiento- poseen una burda hipocresía.

Una hipocresía mucho peor de la que los homosexuales atribuyen a la sociedad tradicional que los condena.

Si los homosexuales fueran coherentes e inteligentes, no deberían haber reclamado jamás el matrimonio que es todo lo contrario con sus prácticas y sus ideas es el apareamiento transitorio y hedonista.

El matrimonio, en cambio, es una institución de Orden Natural, cimentado en aquellas categorías tradicionales que los mismos sodomitas dicen rechazar.

Pedir matrimonio homosexual es pedir anarquía ordenada, caos conservador, delito virtuoso, desgobierno gobernado.

No piden matrimonio los homosexuales porque crean en él. Lo piden porque lo odian y porque saben que, asumiéndolo ellos, es el modo más vil de destruirlo.

2- Las respuestas que suelen dar los encargados de cuidar la moralidad cristiana al conjunto de argumentaciones homosexuales, no suelen ser satisfactorias, la mayoría de los obispos modernistas, no se atreven a enfrentarse con los sodomitas, empezando por que no se atreven acusarlos pública y enfáticamente de falsarios y de mentirosos contumaces, como acabamos de hacerlo.

La prédica insana a favor de la indiscriminación, del igualitarismo, de la solidaridad, de la cultura del encuentro y otras tantas naderías que ellos mismos han inculcado entre los fieles, les impide ahora reconocer en este proyecto homosexual la acción de un enemigo declarado y contumaz de la Verdad.

Porque hablemos claro; no estamos aquí ante un caso de una o más personas con tendencias e inclinaciones desordenadas que quieren enderezarse y que, en ese caso, merecerían nuestra consideración, ayuda y respeto.

Estamos ante una clara embestida de la Internacional del Vicio contra el Orden Natural y el Orden Sobrenatural, movida por un odio a Dios. “No a Dios. Ateísmo es libertad”, es la consigna y slogan de los homosexuales, reunidos sacrílegamente en la Plaza de San Pedro, el 1º de agosto de 2003.

Esta parálisis frente a los depravados, esta incapacidad para llamarlos por sus verdaderos nombres, debilita todas las respuestas. Se repite hasta la saciedad, por ejemplo, que no se trata de estar en contra de la noble igualdad, de la sacra indiscriminación y de los derechos humanos. Cuando es exactamente al revés. No somos iguales que los depravados. No hay forma alguna de igualar el bien con el mal.

El pecado no puede tener ningún derecho ni convertirse en ley, y siempre será acertado discriminar justísimamente, para que nadie se atreva a llamar matrimonio a esa caricatura que están legalizando en algunos países. Ningún respeto nos merecen estas conductas en contra de las leyes naturales y divinas.

3.-La existencia del Orden Natural no está sujeta a la opinión de las mayorías, ni a las discusiones parlamentarias. Es un error seguir el juego democrático, que hoy instala como tema dominante el “matrimonio” sodomítico y mañana las coyundas con animales o con cadáveres.

Hoy nos obligan a discutir si se pueden casar dos hombres. Mañana si se puede seguir creyendo en Dios.

La democracia utilizada para legislar en contra de la naturaleza es una aberración. Y tanta es la perversión ingénita que la caracteriza que ahora puede votar a favor de una aberración moral o determinar, por el procedimiento de la cuenta de la mitad más uno que, a partir de este momento, les asiste a dos seres disolutos el derecho de casarse y de adoptar hijos.

Nuestra respuesta no puede ser la de demostrar que los homosexuales son una minoría.

Ni la de fabricar mayorías postizas, tampoco la de pedirle a los indignos legisladores que tengan a bien recapacitar y no legalicen lo aberrante.

Nuestra respuesta consistirá en señalar la culpabilidad histórica que le cabe a la democracia por permitir el agravio más infame que se ha hecho a la familia hasta hoy.

¡Merecerán la maldición de Dios los tres los poderes políticos, sus miembros y la partidocracia que los prohíja, toda vez que del rejunte de sus actos inicuos se ha seguido la profanación del verdadero hogar!

Bien lo decía Aristóteles. El que pregunta si la nieve es blanca no merece respuesta. Merece un castigo porque ha perdido el sentido de lo obvio, porque ha degradado a sabiendas el sentido común. Por tergiversar adrede el significado de las palabras. Por eso, ante la guerra semántica, que adultera los significados, calumnia los nombres y desacraliza la palabra, nosotros no tenemos nada que debatir.

uniones_gay_24.-“Los acoplamientos homosexuales en todas sus formas no son ni pueden ser jamás ‘uniones’ : constituyen una agresión gravísima al orden natural y una profanación nefanda del cuerpo humano como tal y del misterio nupcial”.

He aquí el fondo último de la cuestión que hoy nos estremece y consterna. El fondo teológico, religioso y metafísico.

Esta propuesta del matrimonio homosexual no es otra cosa, no puede serlo, más que una expresión demoníaca en el sentido más estricto, ajustado y pertinente de la palabra.

Va de suyo que si los católicos y sus pastores no se atreven a llamar mentirosos, depravados y pecadores a los militantes de la homosexualidad, mucho menos se atreverán a llamarlos demonios. Pero eso es lo que son, guste o disguste.

Una última reflexión que tenemos que hacernos, ya que siendo una de las principales intenciones del demonio y sus secuaces en este mundo es ir desminuyendo lo más pronto posible la población mundial, lo cual lo están logrando ya que más de 60 millones de seres humanos dejan de nacer al año, por los abortos ya sea clandestinos o despenalizados y otros 60 millones o más por la planificación familiar; la pregunta obligada que debemos hacernos será ¿Cuántos seres humanos más dejaran de nacer, cuando se aprueben y legalicen las aberrantes uniones gay en el mundo?.

CONCLUSIÓN

Como Obispo Católico es mi obligación cuidar a los fieles que Dios me ha encomendado de los peligros morales que continuamente se ven atacados, pero también de denunciar y desenmascarar las mentiras y aberraciones que los hijos de las tinieblas postulan en estos tiempos con falsos ropajes, esperamos en Dios que estas reflexiones los llenen de luz en tiempos dificiles.

 
Mons. Martin Davila Gandara

ANEXO: ARTICULO DE ANTONIO CAPONETTO EN LA REVISTA CABILDO ABIERTO. “BODAS DE INFIERNO”. PUEDE USTED LEERLO EN EL SIGUIENTRE ENLACE: http://elblogdecabildo.blogspot.com/2010/06/toma-de-posicion.html