Reflexiones sobre las aberrantes decisiones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación

En México…

imagen-suprema-corte-de-justiciaAnte las últimas decisiones de la Suprema Corte como último reducto de justicia de la nación, ya no sabemos ni que pensar porque ¿cómo es posible que un partido minoritario de tercera como es PRD pueda imponer su agenda políticamente destructiva, inmoral, antinatural, anti científica en contra de la población mexicana que es mayoritariamente religiosa? (¿qué acaso no deberían ser las constituciones según el sentir del pueblo?) y lo peor es que personas que deberían estar fuera de toda duda como los jueces de la Suprema Corte hagan el papelón que deja mucho que pensar, porque no dan una, a favor de la sociedad civil mexicana; la prueba está en las últimas decisiones que han tomado siempre en contra del pueblo que los mantiene con unos sueldos que contrastan con la crisis económica reciente del país de casi cuatrocientos mil pesos mensuales y con unas prestaciones y viáticos de lujo.

La primera decisión fatal es el permitir el aborto y con esto autorizando el asesinato de seres humanos inocentes. En ésta interpretación tanto la suprema Corte, como la legislación del Distrito Federal, dan luz verde al aborto alegando que nuestra Carta Magna, no protege de modo expreso el derecho a la vida del feto humano. Éste argumento carece de sustento porque el Artículo 14 de la Constitución garantiza entre otros derechos fundamentales el respeto a la vida humana en su sentido más amplio sin hacer distingo de género condición o circunstancia, por lo que la excepción hecha por la Corte en perjuicio de quienes viven en formación en el seno de sus madres, no tiene fundamento ni en la razón ni el derecho, por virtud del axioma jurídico según el cual, donde la Ley no distingue, el Juez no debe distinguir.

En segunda de la decisiones cuestionables, muestran una total incongruencia primero autorizando el anatocísmo (cobro de intereses sobre intereses) siempre a favor de los poderosos bancos y siempre en contra del ciudadano común y a la vez desautorizando el anatocísmo siempre en perjuicio de los mismos.

Y la tercera decisión inconcebible es, no admitir como pruebas los peritajes que demostraron la provocación intencional del fuego para quemar papelería de la secretaría de finanzas estatales de Sonora, mismo que se propagó e incendió la guardería ABC en Hermosillo causando más de cuarenta muertes y muchos niños más heridos con quemaduras que los dejarán marcados toda la vida y con ello dejando de impartir justicia a tan desolados padres de esas criaturas inocentes.

Pero las peores decisiones que tomaron son el legalizar lo ilegalizable como es lo antinatural, inmoral, anticientífico, antifamiliar y lo antisociedad como lo son los supuestos (matrimonios) o uniones homosexuales; es de notar que ésta resolución no surge de pronto o de la nada, sino que es parte de un proceso degenerativo de nuestras instituciones, que tiene como raíz la decadencia de nuestra vida en sociedad como mexicanos y en última instancia, de nuestro íntimo modo de ser como humanos, todo esto contribuido precisamente por el laicismo naturalista ateísta materialista legalizado y bien difundido por todos los poderes nacionales e internacionales e igualmente por todos los medios de comunicación más importantes a nivel nacional y mundial.

Respecto de  las uniones gay y la adopción de niños por parejas así integradas ocurre lo propio, puesto que el Artículo 4o constitucional que se refiere a los temas enlazados de educación y familia, conciben a esta última como asunto de “varón y mujer”.

Salvo las honrosas excepciones de los ministros que en minoría se han opuesto a la legalización del absurdo, los ministros responsables de tan aberrantes criterios no son juristas, y lo volvemos a repetir sino burócratas que por conservar la chamba son capaces de todo y al decir “de todo”, es todo.

El verdadero jurista no es el que colecciona timbres de reconocimiento académico. El jurista verdadero sabe que el derecho es una herramienta en sus manos, que trasciende de su mera formalidad a la protección de bienes materiales y espirituales de personas de carne y hueso. Estos bienes son entre otros, la vida, la libertad, el patrimonio y para el caso de la adopción que comento, el acceso a la educación formativa, para la cual es indispensable una familia cuyo estilo y modo de integración, excluya todo riesgo inminente de distorsión de la personalidad de los niños a su cargo. El mal desempeño de los Ministros de la Corte ha banalizado estos temas tan importantes, hasta el punto de hacer sentir al ciudadano medio que ni el orden jurídico ni el derecho sirven para nada. De hecho ¿cómo podemos estar a salvo del crimen y la violencia en las calles de nuestras ciudades, si ni siquiera somos capaces de proteger la vida de la criatura que se forma en elcorte_de_justicia seno de su madre y entregamos los niños en adopción a un ambiente cuestionado? Es realmente un terrible daño el que corren los niños inocentes por los abusos y traumas en lo sexual, emocional, psicológico, como está descrito en los estudios científicos de especialistas en la materia; dicho estudio estuvo en las manos de los jueces de la Corte sin quererlo ellos revisar, y sin embargo dictaron la más terrible resolución que pueda darse, con un único argumento como lo es estado laico.

Lo peor es que el ejemplo cunde y la gran mayoría advierte que el modo de ascender en la escala de la política o de la burocracia que la sostiene, es evitar los problemas lavándose las manos como Pilatos, sonriendo a la tendencia de moda, eludiendo todo compromiso de fondo y nadando de muertito.

Ciertamente los ministros no son responsables de la política legislativa criminal del Gobierno perredista del Distrito Federal, pero perdieron su oportunidad histórica de poner límites en aras del respeto a la vida y la formación de los niños en desamparo.

Lo que sigue en el tema de las adopciones es que las enormes dificultades que suelen enfrentar los matrimonios para obtener un niño en adopción, desaparezcan en el caso de las parejas gay por arte de una magia cultural y política que alienta disparates de toda índole, al tiempo que considera “raros”, a quienes se aferran al paradigma de la unión entre hombre y mujer.

Mons. Martin Davila Gandara