LA RESURRECCION ESPIRITUAL

El Señor, movido a compasión, le dijo: No llores

En el Evangelio del domingo XV después de Pentecostés, que es el de San Lucas VII, 11-16, nos narra el milagro de la resurrección que realizó Jesucristo, sobre un joven hijo único de su madre.

La muerte de aquel joven es imagen del pecador. La muerte del alma (1) es una desgracia incomparablemente mayor y más lamentable que la muerte del cuerpo, porque ésta puede conducir al cielo, mientras que la otra lleva al infierno.

El Evangelio sólo menciona tres resurrecciones corporales obradas por Nuestro Señor: la hija del Jairo, el hijo de la viuda de Naím y Lázaro, resucitado cuatro días después de muerto; pero, según nota San Agustín, las resurrecciones espirituales que ha efectuado son innumerables; todavía obra cada día millares, lo cual es una señal continua de su bondad y de su misericordia infinita.

¿POR QUÉ NUESTRO SEÑOR RESUCITÓ AL HIJO DE LA VIUDA DE NAIM?

1) Por su bondad. Pero lo que realmente conmueve el corazón del Salvador y lo inclina a obrar este gran prodigio es la vista de las lágrimas y la desolación de aquella madre, que sólo tenía a su hijo, y este estaba muerto, no tenía esposo, y demás familiares y si iba a quedar sola en el mundo.

2) También, en las resurrecciones espirituales, la razón es la bondad, la compasión de Jesús para con las pobres almas caídas en el abismo de la iniquidad, que, aunque pecadoras Él no deja de amarlas, pues las rescató con el precio de su sangre preciosísima. Pero a Jesús le agrada operar estas conversiones ante las súplicas de la Iglesia.

3) En efecto, la viuda de Naím representa a la Iglesia que, como la antigua Raquel, llora la pérdida de sus hijos, (Profecía de los santos inocentes asesinados por Herodes).

La Iglesia hace presente a Jesús continuamente su dolor. Los Sacerdotes lloran, y no cesan en pedir la resurrección espiritual de los pecadores y para obtenerla le ofrecen los gemidos y las súplicas de sus santos y de sus buenos pastores.

También ofrece las oraciones de todas las almas piadosas, las limosnas distribuidas por los justos en favor de los pobres, las penitencias y las inmolaciones de las almas que se ofrecen como víctimas en los conventos y monasterios. Sólo Dios sabe el número de las conversiones así obtenidas.

4) No se pueden contar las veces que Jesús se deja enternecer por las lágrimas y las oraciones de las madres que le recomiendan sus hijos extraviados en los vicios y la vida de pecado. Así fue cómo El Señor volvió a Agustín a Santa Mónica, y San Andrés Corsino a su madre.

¡Cuántas esposas desoladas han obtenido la conversión de su marido infiel y culpable! ¡Cuántos hijos han obtenido la de sus padres olvidados de sus deberes!

CÓMO RESUCITÓ JESÚS AL HIJO DE LA VIUDA DE NAIM

Sigamos la narración evangélica.

1) “Se acercó, y toco el féretro, y los que lo llevaban se parraron. Dijo entonces: Joven, yo te lo mando; levántate

2) Del mismo modo con su gracia, el bondadoso Salvador se acerca a las almas muertas. La toca, ya con un acontecimiento terrible, un accidente, la muerte de un familiar, alguna enfermedad muy grave.

O, también, con avisos o ejemplos impresionantes, un sermón, ya con otros medios que excitan en ellas saludables reflexiones, remordimientos, sentimientos de compunción y de penitencia.

Por medio de estas gracias actuales, el Señor al pecador, le detiene el curso de sus pasiones, y les quita las ocasiones o los medios de continuar pecando.

Ahí tenemos los ejemplos de Santa Margarita de Cortona que se convierte a la vista de su amante asesinado; de San Ignacio de Loyola que se aparta del camino de la culpa por una herida que recibe en una pierna.

3) Joven, ¡yo te lo mando, levántate! ¡Cuántos pecadores resucitados así a la voz del Salvador! Ejemplos: de María Magdalena, la Samaritana, Zaqueo, el Buen ladrón y tantos otros más.

Y en el santo tribunal de la penitencia en donde habla Jesús por la boca de sus sacerdotes diciendo: ¡Yo te absuelvo! ¡Cuántas conversiones se obran así a los pies de los sacerdotes de Cristo! ¡Cuántas resurrecciones asombrosas, que consuelan a la Iglesia y son la alegría y la admiración de los ángeles en el cielo!

Así como dice el Señor en San Lucas sobre el hijo prodigo: “Más era preciso hacer fiesta y alegrarse, porque este tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, se había perdido y ha sido hallado” (Lc., XV, 32); “Yo os digo que el cielo será mayor la alegría por un pecador que haga penitencia que por noventa y nueve justos que no necesitan de penitencia” (Lc., XV, 7).

QUE HIZO EL JOVEN RESUCITADO

Luego se incorporó el difunto, y comenzó a hablar

1) Se levanto. El pecador convertido, resucitado, debe primeramente “levantarse de su ataúd”, de la infección de sus vicios y de sus malas costumbres, apartarse de las ocasiones de pecado y mostrar con sus obras que verdaderamente ha resucitado.

2) Comenzar a hablar. Aquel a quien vivifica la gracia de Nuestro Señor, debe hablar, para confesar sus pecados, orar a Dios, darle gracias y glorificarlo.

3) Fue entregado a su madre. Jesucristo devuelve el pecador resucitado a su madre, la Iglesia, a fin de que la consuele, la regocije con su amor, su fidelidad, su vida pura, santa y edificante, y su celo en servirla. Así como lo hicieron San Pablo, San Agustín, San Francisco Javier y tantos otros.

Conclusión: ¡Cuántas veces hemos sido resucitados por Jesús! ¿Dónde está nuestra gratitud y fidelidad?

(1) Nota: Sobre la muerte del alma, alguien podría cuestionar, ¿Cómo es eso de la muerte del alma si se tiene entendido que el alma es inmortal y por tanto no muere? Ante esta pregunta es necesario saber que: el ser humano es un ser compuesto de cuerpo y alma y a la vez esta última tiene otra vida, la vida de la gracia que es sobrenatural. Por eso cuando se dice de la muerte del alma se refiere a la muerte de la vida sobrenatural del alma que se provoca con el pecado mortal.

Gran parte de este escrito fue tomado del libro: “Archivo Homilético” de J. Thiriet – P. Pezzali.

Sinceramente en Cristo

Mons. Martín Dávila Gándara

Obispo en Misiones

Sus comentarios a obmdavila@yahoo.com.mx