La confianza en Dios

El Evangelio de S. Marcos VIII, 1-9; que se lee en el domingo VI después de Pentecostés, nos narra el milagro de la multiplicación de los panes y de los peces. El cual parece haber sido registrado y explicado en todas sus circunstancias, para hacernos conocer cuáles han de ser los motivos de nuestra confianza en Dios.

En este escrito vamos a exponer: 1) Los Motivos en nuestra confianza en Dios; 2) Condiciones que debe de tener esta confianza.

MOTIVOS

San Juan Crisóstomo enseña cuales han de ser los motivos que deben impulsarnos a poner en Dios toda nuestra confianza, diciéndonos porque: Dios es Sabio, Poderoso y Misericordioso. (Hom. 22 sup. Matth., Op. Imp.)

1°. Dios es sabio. ¿Por qué Dios es sabio? Lo es para conocer, se pregunta y se contesta S. Juan Crisóstomo.

Por esto, con toda razón somos advertidos de que Dios es perfecto, y todo lo sabe, nos dice San Cirilo de Jerusalén; además San Agustín dice que Dios es todo ojos; por lo mismo lo ve todo.

Jesucristo por ser verdadero Dios y Hombre veía muy bien el pasado, el presente y el futuro de aquellas turbas. Por eso viendo el pasado dijo: “Pues algunos de ellos han venido de lejos”. Mirando el presente exclamó: “Porque ya hace tres días que están conmigo”. Y atendiendo al futuro dijo: “Si los envío a sus casas en ayunas desfallecerán en el camino”.

Si Dios lo ve todo, y ve también nuestras necesidades y nuestras angustias. He ahí un poderoso motivo para depositar en el Señor toda nuestra confianza.

2°. Dios es poderoso. ¿Por qué es poderoso Dios? Lo es para obrar y socorrer nos dice San Juan Crisóstomo.

Por esto con toda razón somos advertidos de que Dios es perfecto en su poder, como dice San Cirilo de Jerusalén. Aún más, San Agustín dice que Dios es todo manos, porque con ellas hace todas las cosas.

Por ser Dios omnipotente, se explica que Jesucristo: “Tomando los siete panes, dando gracias los partió, y se los dio a sus discípulos para que los distribuyeran entre la gente. Tenían también unos pececillos: los bendijo también, y mando distribuírselos. Y comieron hasta saciarse”.

3°. Dios es misericordioso. ¿Por qué es Dios bueno y misericordioso? Porque quiere socorrernos nos dice San Juan Crisóstomo.

Por esto, con toda razón somos advertidos de que Dios es perfecto en su bondad nos dice San Cirilo. Por lo mismo San Agustín dice que Dios es todo pies para hallarse siempre pronto al socorro, donde quiera que se encuentre algún necesitado.

Porque Dios quiere socorrernos y ayudarnos, se explica que Jesucristo, viendo a aquellas turbas hambrientas, tuviera compasión de ellas, diciendo: “Me da compasión toda esta multitud de gentes”.

Por lo mismo, debemos de concluir que: Dios es sabio y conocedor de todas nuestras angustias, además de ser omnipotente, quiere y puede socorrernos, y es infinitamente bueno para ayudarnos. Veamos aquí otro poderoso motivo para depositar en Él toda nuestra confianza.

CONDICIONES QUE DEBE DE TENER NUESTRA CONFIANZA EN DIOS

Un docto y piadoso escritor de la Compañía de Jesús enseña las condiciones de que debe ir acompañada nuestra confianza en Dios para que sea verdaderamente saludable.

1°. La confianza y la esperanza en el Señor han de ir siempre acompañadas de la fe y de la caridad. Sin fe, la confianza no sería grata y acepta al Señor, porque como dice San Pablo en Hebreos XI, 6: “Sin fe es imposible agradar a Dios”. Y Sin caridad, de nada nos aprovecharía, porque como dice San Juan en su Primera Carta III, 14: “El que no ama permanece en la muerte”.

Por eso, San Ambrosio dice que: Estas tres virtudes han de ser siempre íntimamente unidas, sin poder separarse en modo alguno. (S. Ambros. In Luc., XVII)

Nota: Aquí falla la iglesia postconciliar del Vaticano II, en sus supuestos santos como Teresa de Calcuta, en donde ayudaba a los paganos de la India sólo por ayudar, o sea por un simple altruismo o filantropía, (amor al hombre por hombre y no el amor hombre por Dios) debido a que no usaba la verdadera caridad, ya que ésta requiere la fe católica, misma que no deseaba y no quería para los hindúes puesto que los dejaba en sus propios errores sin buscar su conversión a diferencia de San Francisco Javier que si logro innumerables conversiones tanto de chinos con hindúes.

2°. Esta confianza, esta esperanza, ha ir acompañada de la paciencia en soportar las tribulaciones. Como dice San Pablo (Rom., V, 3-4).

Por esto nos exhorta San Bernardo a sobrellevar con paciencia las tribulaciones y a gloriarnos en ellas. Porque en las mismas se encuentra precisamente una segura confianza en la eterna salvación. (Coment., al Salmo XC)

3°. Finalmente, la tercera condición consiste en poner tan sólo en Dios nuestra confianza. El mismo Dios lo dio a entender así por medio del Profeta Osea, XIII, 9.

Por esto cantaba el real Profeta en el Salmo XVII, 2-3: “El Señor es mi firmamento, mi refugio, y mi libertador; Dios mío ayuda mía, en ti espero”.

También, por esto mismo llama san Basilio llama dichoso a aquel que deposita en Dios toda su confianza. (In Orat. De virt. Et vit)

Por último. Ya que tan poderosos son, pues, los motivos que deben impulsarnos a confiar en Dios, hagamos de manera que esa confianza vaya acompañada de las disposiciones debidas, a fin de merecer así todo bien en esta vida y la gloria eterna en la otra.

Gran parte de este escrito fue tomado del libro: “Triple Serie de Homilías” por Mons. Ricardo Schuller.

Mons. Martin Davila Gandara